TETECALA, Mor. (Proceso).- Caminar por las pequeñas calles de Tetecala, un pequeño municipio morelense enclavado en el “corredor de tráfico de drogas”, que comprende de Guerrero hasta la Ciudad de México, es encontrarse con turistas de la llamada “ola verde”, todos aquellos que buscan un punto de reunión para comprar y consumir todo lo relacionado con la mariguana. Ahí cada día es más frecuente encontrar europeos, argentinos, colombianos y hasta “gringos”; ese pequeño poblado busca certificarse como el primer “pueblo cannábico” del país, donde el sembrar y producir todos los derivados de esa yerba puede ser legal.
Tetecala de la Reforma fue fundada en 1930 y tiene una población de 7 mil 617 habitantes, según datos del INEGI del 2022. La privilegiada zona en la que se encuentra es apta para la siembra de caña, flores de olor y finas hierbas; de ahí salen las rosas, gardenias, orquídeas, nardos, y la albahaca, cilantro, hierbabuena, orégano, perejil, epazote, laurel, eneldo, romero, salvia y tomillo que se utilizan en todas las cocinas y restaurantes del país.
Sin embargo, la baja producción y las ventas venidas a menos de todo el sector agrícola de aquella zona orilló a los campesinos y productores a cambiar de giro, así voltearon a ver la siembra de la mariguana en los mismos terrenos e invernaderos que se utilizaban para las cañas, las flores y las hierbas finas.
“Le dedicamos el mismo tiempo, le tenemos la misma paciencia y le ponemos el mismo amor a la mariguana que las rosas y todo lo que producimos”, dice doña Rutilia, una mujer de 70 años que ahora se dedica a este rubro, y advierte que poco a poco han roto con el tabú que pesa sobre la mariguana.
“Se tiene la creencia de que la mariguana es mala, que es una droga, que es adictiva, pero nosotros la vemos como una planta sanadora, que sirve para muchas cosas de las que no se hablan. Se la damos a los que tienen achaques, dolor de articulaciones, a los que salen de una operación, a los que tienen enfermedades neurológicas, yo se la doy hasta a mi perro, que ya no podía caminar, y ahora ahí anda dando lata”, comenta con jovialidad la mujer que tuvo que tomar cursos, talleres y aprender más de la hierba para saber cómo extraer lo mejor de la mariguana.
Plan Tetecala
Son casi 150 ejidatarios los que se han dedicado a este nuevo negocio, todos adultos mayores, que desde el 2021 impulsan el Plan Tetecala, un esfuerzo comunitario que promueve el cultivo y uso de la cannabis. Este plan es parte de un movimiento más amplio que busca regular la cannabis y desplazar las actividades ilícitas asociadas con su producción hacia un mercado legal, terminando así con lo que ellos mismos denominan “la huella de sangre” que ha provocado la delincuencia organizada en todo ese corredor.
La iniciativa incluye la participación activa de campesinos, quienes cultivan cannabis en parcelas comunitarias, y se centra en la producción de productos medicinales como aceites y cremas. “Ahorita ya terminamos de recolectar la planta y empieza todo el proceso de producción, volvemos a sembrar por los meses de junio, cuando llegan las lluvias, y la volvemos a levantar en marzo. En el ejido comunitario son poco más de 250 metros cuadrados los que se tienen y ahí se siembra todo”.
“Además tenemos otra modalidad: que en cada casa se siembran poco más de 14 plantas. Ahí mismo, en las casas, es que se produce todo de manera artesanal, luego ese producto lo ofertamos en los mercados de toda la zona, en los quioscos. Todo esto también tiene un sentido social, porque se lo damos a los enfermos, a los que padecen cáncer, a los que tienen enfermedades crónicas y les mostramos que existe otra opción para ellos. Buscamos mejorar la calidad de vida de nuestros propios vecinos”, expone Arturo Sotelo, otro de los agricultores de mariguana.
Las actividades incluyen talleres para capacitar a los participantes en el cultivo y uso de la cannabis y cursos para que los pobladores aprendan a sembrar y mantener la mariguana en sus casas. Luego les enseñan también todo el proceso artesanal para extraer el CBD (aceite de cannabidiol) y otros derivados. “Buscamos también terminar con el tabú de la planta. Involucramos a todos porque tenemos el sistema de que ellos mismos adopten una planta, que la vean crecer, que la cuiden y luego disfruten de sus beneficios”, continúa el entrevistado por Proceso.
Incertidumbre
A pesar del entusiasmo por el cultivo de la cannabis, la comunidad enfrenta desafíos significativos. La violencia en la región genera incertidumbre entre los ejidatarios sobre el futuro del proyecto, además, la legislación sobre cannabis en México aún está en proceso de desarrollo, lo que añade una capa de complejidad a los esfuerzos locales por establecer un modelo sostenible.
Tetecala representa un ejemplo único de cómo las comunidades pueden adaptarse a nuevas realidades económicas y sociales mediante iniciativas basadas en la agricultura sostenible y el uso responsable de la cannabis. En la zona la actividad es supervisada por efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), no los molestan y los propios militares se encargan de cuidarlos y de alejar a los del crimen organizado de este giro. “Con ellos (delincuentes) no tenemos problemas, ellos entienden que no les queremos quitar su negocio, ni somos su competencia ni nada, todo esto es con fines sociales y de ayuda a la misma comunidad”.
“Buscamos también terminar con todo ese rastro de sangre, toda esa violencia que genera la venta de drogas, que genera el desconocimiento de esta planta y difundir que tiene fines medicinales. Mira, todo es tan legal que los mismos militares vienen, están en comunicación con nosotros, revisan los plantíos y ven que es lo permitido y que todo es legal. Ellos mismos nos cuidan, no tenemos problemas con los militares, con los delincuentes ni nada, aquí todo el pueblo trabaja para el bien común, antes eran flores y hierbas finas, ahora es esto”, remata Arturo.
En estas fechas, luego de la recolección y la producción artesanal de lo recolectado, el producto (goteros de CBD con miel producida ahí mismo, aceites y cremas de cannabis, etc.) se oferta en los quioscos de la región a precio populares. “A esa planta lo único que le tenemos que dar es amor y un poco de agua, y a cambio nos da muchos beneficios”, concluye doña Rutilia, quien explicó que el conocer, aprender y saber más sobre la mariguana la ha motivado otra vez para despertarse todos los días al amanecer y así, desde temprano recorrer, sembrar, limpiar y cuidar su sembradío de mariguana.
Con información de proceso.com.mx