Nuestra presidenta de la República nos ha salido con otra novedad, llega a puntada: “México es el país más democrático” sobre la faz de la Tierra. Claudia Sheinbaum respondió así cuando la reportera de Proceso Dalila Escobar le preguntó sobre la valoración internacional que ubica a México como una autocracia.
No lo dijo en secreto ni en broma; fue pública su declaración. Al decirlo no se ruborizó.
Supongo que al afirmarlo lo hizo de manera responsable e informada, finalmente es la presidenta de la República. Su afirmación implica que conoce todos los sistemas de gobierno del mundo. De no ser así, su dicho fue audaz y hasta temerario.
Ese juicio de valor no lo habrían hecho Paolo Biscaretti di Ruffia, Manuel García Pelayo o Giuseppe de Vergottini, tres especialistas en derecho constitucional comparado muy conocidos en México. Ellos, por ser juristas serios y conocedores, pudieran considerar que en esta materia es irresponsable emitir juicios valorativos o formular generalidades.
A ese grado no llegaron los priistas en sus mejores tiempos, tampoco su mentor que, vía un partido hegemónico, la impuso.
Sheinbaum pasó por alto que en la “democracia” cubana, país de un partido, el presidente y gobierno en funciones obtienen grados de aceptación inimaginables: han llegado a tener el voto favorable de 99% de los electores. En Venezuela Nicolás Maduro no canta mal las rancheras, si bien no alcanzó una votación tan elevada, sus índices oficiales de aceptación son “aceptables”.
Si de voto “favorable” se trata, esa sí son democracias y no la de México; en este país la candidata de Morena, pese a todo el apoyo oficial, de que existe un partido hegemónico y del posible financiamiento ilegal que hubo, no alcanzó 40% de la votación total.
Así andan las cosas en México. Nuestra mayor desgracia es que la aseveración de la mandataria la hizo cuando apenas llevaba 100 días en la Presidencia. Con esa declaración debemos prepararnos para lo peor. Al parecer superará, y por mucho, a su antecesor. De no creerse.
Esa puntada no la dijo ni AMLO, quien llegó a afirmar que México cuenta con un sistema de salud mejor que el Dinamarca; en su momento sonó a burla; lo mismo pasó cuando dispuso la creación de la farmaciota más grande del mundo y afirmó que contamos con el mejor aeropuerto que hay.
Me atrevo a formular una hipótesis, no pasa de eso: en cuestiones de democracia no hay sistemas más o menos democráticos, simplemente existen sistemas en los que las autoridades, directa o indirectamente, con programas asistenciales, influyen en el ánimo de los electores para inducir el sentido de sus votos.
También cooptan las instituciones encargadas de organizar y calificar los procesos electorales, intervienen en las elecciones para sostenerse en el poder, impiden que la oposición los desplace mediante el desprestigio de sus líderes, disponen de los recursos y dinero público para ganar una elección y, finalmente, usan la justicia y el dinero público para amedrantar, doblegar o comprar a sus adversarios políticos.
Cuando se presentan uno o más de esos supuestos no es válido afirmar que existe una democracia, mucho menos es admisible decir que es la mejor del mundo.
Siempre hubo y habrá demagogos; éstos, con tal de ganar el voto público, prometan el oro y el moro. La comedia Los caballeros de Aristófanes, describe uno: Cleón o Paflagonio, que actuaba en el siglo V antes de nuestra era. Esta semana asumió la presidencia de los Estados Unidos.
Los demagogos son un mal endémico y creo que hasta necesario; los casos de Julio César, Catilina, Hitler, Mussolini, Fidel Castro, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Luis Echeverría, AMLO y otros son pruebas de ello.
No es democracia cuando a mano alzada se pregunta a una asamblea, numerosa o no, si está o no de acuerdo con tal o cual determinación, si los consultados no están debidamente informados de los pros y contra de la materia que se somete a su consideración; cuando no se permite que quienes piensan de otra manera expresen sus razones o puntos de vista; mucho menos es válida una determinación adoptada por unos cuantos que han sido instruidos o manipulados respecto de materias que afectan a toda la Nación, como lo hacía AMLO en sus buenos tiempos para él y malos para los mexicanos.
Tampoco hay democracia y, mucho menos, la mejor del mundo cuando:
Existen muchos otros supuestos que hacen inadmisible suponer que existe democracia en México.
Espero, con ansias, escuchar los discursos que leerá cuando cumpla 143, 211 y 315 días en el cargo. Anhelo tener vida para oírlos y para ver las concentraciones de “voluntarios” que habrá en cada una de ellas. Espero que en ellas reconozca de manera expresa que tenemos un mejor sistema democrático después de Cuba, Venezuela, Corea del Norte y Nicaragua.
La lectura de la obra: Claudia Sheinbaum: discursos completos, debiera ser lectura obligada de los alumnos en todos los grados educativos: primaria, secundaria, preparatoria y profesional; de los miembros de los sindicatos y de los futuros jueces, magistrados y ministros de la Corte.
Debemos estar preparados para recibir la noticia de que en México tenemos la mejor democracia del mundo y de que ello es sabido por todos, tanto en este mundo y como en todo el universo, como lo afirmaba el doctor Dulcamara en la ópera Elixir de amor de Gaetano Donizetti:
“...ch´io sono quel gran medico,
dottore enciclopedico,
chiamato Dulcamara,
la cui virtù preclara,
e i portenti infinite
son noti all´universo.
e... e... in altri siti.
(...yo soy el gran médico
doctor enciclopédico
llamado Dulcamara,
cuya virtud preclara
y portentos infinitos
son conocidos en todo el universo
y... y... en otros sitios)”.
Con información de proceso.com.mx