En su primer día en el cargo, Donald Trump inició su segundo mandato con un aluvión de órdenes ejecutivas. Como era de esperar, muchas de ellas podrían tener un gran impacto en México, que comparte 3 145 kilómetros de frontera con Estados Unidos y más de 200 años de lazos diplomáticos y económicos.
Sin embargo, esta profunda interdependencia no ha impedido a Trump hacer de México un objetivo prioritario de su retórica política divisiva.
Entró en la arena pública en 2015 al condenar a los mexicanos como peligrosos “violadores” y criminales que estaban “trayendo drogas” a Estados Unidos. También prometió construir “un gran, gran muro” a lo largo de la frontera –que, según dijo, México pagaría– para detener a los inmigrantes indocumentados.
Durante su segunda campaña presidencial, Trump redobló su retórica y su programa antimexicano. Amenazó con deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados residentes en EE. UU., aranceles radicales de más del 200 % sobre las importaciones de vehículos mexicanos y el envío de fuerzas especiales a México para atacar a los cárteles de la droga.
Las órdenes ejecutivas de Trump están poniendo en práctica estas amenazas. Entre las más preocupantes:
Aunque en gran medida simbólica, la orden de renombrar el golfo de México como el golfo de América tensa aún más las relaciones bilaterales.
En este contexto, la larga sombra de Trump se cernirá sobre el mandato de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum. Sheinbaum tendrá que sortear la hostilidad de Trump al tiempo que afronta retos internos, como un controvertido plan de reforma judicial y una violencia incesante.
Ha respondido a las acciones de Trump con comentarios comedidos hasta ahora:
“Tenemos que evitar confrontaciones […] Al mismo tiempo, tenemos que comportarnos como iguales, nunca subordinados. Defender nuestra soberanía, nuestra independencia y defender a los mexicanos”.
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La declaración de emergencia nacional de Trump le permite desplegar el ejército en la frontera y seguir construyendo un muro fronterizo sin la aprobación del Congreso. También podría promulgar medidas para ampliar los centros de detención, el transporte (incluidos los aviones) y otros apoyos logísticos para las fuerzas del orden.
De hecho, los cruces ilegales de la frontera disminuyeron drásticamente en 2024. Esto se debió, en parte, a las medidas adoptadas por las autoridades mexicanas para detener a los migrantes que intentan llegar a Estados Unidos.
Las autoridades mexicanas informaron de la detención de más de 475 000 migrantes en el último trimestre de 2024, casi un 68 % más que en el mismo periodo del año anterior.
A pesar de estos esfuerzos –que han suscitado críticas de grupos de derechos humanos– Trump ha calificado los cruces de migrantes como una invasión. Esta retórica beligerante es peligrosa, ya que una invasión implica una agresión militar.
De hecho, la orden ejecutiva de Trump autoriza el despliegue de tropas estadounidenses en la frontera, aunque los detalles son escasos. Podría solicitar la ayuda de la Guardia Nacional, una fuerza militar estatal formada por soldados civiles. La ley estadounidense, sin embargo, prohíbe el uso de fuerzas militares regulares en suelo nacional.
En cualquier caso, México es un claro ejemplo de por qué es imprudente utilizar a los militares para hacer cumplir la ley. Más de una década de datos muestran que la participación militar no fomenta el comportamiento legal y, en cambio, alimenta la corrupción y la violencia.
Trump también ha iniciado el proceso para designar a los cárteles de la droga mexicanos como organizaciones terroristas, una acción a la que México se opone desde hace tiempo.
En combinación con su directiva para que el secretario de Defensa de EE. UU. detenga “el flujo sin trabas de opiáceos” a través de la frontera entre México y EE. UU., esto podría conducir en última instancia a una acción militar de EE. UU. contra el crimen organizado en México.
Sheinbaum respondió reafirmando la soberanía de México. Señaló que si bien EE. UU. puede actuar dentro de su territorio, México sigue siendo un Estado independiente.
En una carta a Trump el pasado noviembre, destacó que, en 2024, las fuerzas de seguridad mexicanas incautaron 10 340 armas y arrestaron a 15 640 personas por violencia relacionada con el narcotráfico. También señaló correctamente que México no produce armas, ni tiene una crisis nacional de salud pública vinculada a drogas sintéticas como el fentanilo.
Sin embargo, lamentó que los mexicanos “carguen con la peor parte de las muertes causadas por el crimen” impulsado por la demanda de drogas al norte de la frontera.
Cualquier acción militar unilateral de Estados Unidos dentro de México podría poner en grave peligro las relaciones entre los dos vecinos.
La última vez que EE. UU. consideró seriamente una acción militar contra México fue en 1927, cuando México promulgó leyes sobre petróleo y tierras que afectaban a los intereses estadounidenses. Desde entonces, la relación ha tenido sus altibajos, pero nunca ha implicado el uso de la fuerza militar.
Y este tipo de amenazas podría tener efectos dominó en toda América Latina. Como ha advertido el expresidente colombiano Ernesto Samper, una intervención en México podría desencadenar un “síndrome de Vietnam” de sentimiento antiamericano en toda la región.
Además, Trump ha prometido imponer aranceles del 25 % a México y Canadá a partir del 1 de febrero. Estos aranceles, sin embargo, no podrían aplicarse sin perjudicar también a las industrias estadounidenses.
México superó a China como principal socio comercial de EE. UU. en 2023, con un comercio bilateral que alcanzó los 807 000 millones de dólares. La economía de México depende en gran medida del comercio, con el 83 % de las exportaciones destinadas a EE. UU.
A cambio, las inversiones directas de México en EE. UU. ascendieron a 33.800 millones de dólares en 2022, lo que supone un impresionante aumento del 21,5 % respecto al año anterior.
Las economías mexicana y estadounidense están estrechamente entrelazadas. Si Trump impone aranceles a la cerveza mexicana, por ejemplo, también los impondrá a la cebada de Idaho, Montana y Dakota del Norte que se utiliza para fabricar esa bebida.
Sheinbaum ha advertido con precisión a Trump que los aranceles no solo son inaceptables en virtud del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, sino que también darán lugar a “inflación y pérdida de empleos”, tanto en EE. UU. como en México.
Cada vez más presión
Sheinbaum ha aconsejado a los mexicanos “mantener la cabeza fría”. Pero a medida que Trump siga ejerciendo presión sobre México, le resultará cada vez más difícil convencer a la opinión pública mexicana de las ventajas de mantener una relación de cooperación con EE. UU.
El potencial deterioro de las relaciones entre México y Estados Unidos podría señalar una nueva era en la que la fuerza bruta, paradójicamente, disminuirá la influencia estadounidense en la comunidad internacional.
Con información de El Economista.