Jael Argüelles
No hay suficientes palabras para agradecer por todo lo que hiciste, ni para transmitir todo lo que significaste para quienes tuvimos el honor de trabajar a tu lado, de aprender de ti y, sobre todo, de ser tocados por tu incansable pasión por la justicia y la igualdad.
Desde que llegaste a Ciudad Juárez con solo 7 años, hasta convertirte en un líder y referente incuestionable de la comunidad LGBT, tu camino fue uno de lucha constante, pero también de risas, que daban fuerzas y nos recordaban que la resistencia no solo es una batalla, sino también una forma de disfrutar la vida y, sobre todo, de conectar con los demás.
Tu carácter fuerte, tu franqueza y esa terquedad que a veces podía parecer desafiante, fueron justamente lo que se necesita para avanzar en el reconocimiento de derechos. Fuiste el motor que impulsó el matrimonio igualitario en Chihuahua, el que tocó puertas, presentó amparos, luchó incansablemente con un propósito claro y una dirección: que el amor no tuviera restricciones. Lograste que, a pesar de la resistencia, las parejas chihuahuenses del mismo sexo pudieran casarse, y ese triunfo sigue siendo una de las huellas imborrables de tu trabajo.
Pero no solo dejaste tu marca en ese logro histórico. Desde tu papel en el Movimiento de Integración de la Diversidad (Movid), hasta tu liderazgo como secretario ejecutivo del Consejo Municipal para Prevenir la Discriminación (COMUPRED), te convertiste en un faro para todos los que buscaban un mundo más inclusivo y respetuoso. Sensibilizaste a miles de personas: desde funcionarios públicos hasta estudiantes de preparatoria, pasando por policías y trabajadores de empresas, para que comprendieran la importancia de erradicar la discriminación y el bullying homofóbico y transfóbico.
Tu energía y tu trabajo no conocieron límites. No solo organizaste marchas, carreras conmemorativas y foros, sino que trabajaste incansablemente para cambiar corazones y mentalidades. Lograste que la inclusión no fuera solo una palabra en los papeles, sino una realidad que se vivía día a día en nuestra ciudad. Y todo esto lo hiciste con esa forma directa de hablar, sin pelos en la lengua, porque sabías que los cambios no vienen de rodeos ni de medias tintas, sino de enfrentamientos sinceros y honestos.
Tu sentido del humor fue otro de tus regalos más grandes. En medio de la lucha, recordaste que la vida también se debe disfrutar, que la comedia es una herramienta poderosa para romper barreras y que la inclusión, aunque seria, no necesita ser aburrida.
Hoy, mientras nos despedimos de ti, quiero que sepas que tu legado seguirá vivo. No solo en los avances que lograste, sino en cada persona que, gracias a ti, ahora vive con mayor dignidad, con más respeto y con la certeza de que puede amar y ser quien es, sin miedo.
Eres símbolo de la política que nace a partir de una coyuntura de la impunidad y de injusticia. Tu quehacer no fue la política ramplona y oportunista de nuestros políticos “oficiales”. La política que hiciste, y hacen activistas como tú, es una que se aproxima al ideal más básico: el quehacer por el bien público, en busca, sobre todo, de la dignidad e integridad de sus miembros.
Sé que fuiste familia y soporte para aquellos invisibilizados y excluidos. Te extrañaremos profundamente, pero sabemos que, en cada paso hacia la igualdad, en cada esfuerzo por construir un Chihuahua más justo, estarás con nosotros.
Para terminar, transcribo un fragmento de una entrevista que te realizaron hace un año en el podcast El Punto Mitotero: