EL PASO, Texas.– La patrulla fronteriza de Estados Unidos se prepara para trabajar “como es debido” una vez que Donald Trump asuma por segunda ocasión la presidencia de Estados Unidos, lo que provoca “miedo e incertidumbre” entre defensores de migrantes.
Temor a que la retórica antiinmigrante repita situaciones como las agresiones físicas, incluso con armas de fuego, contra los migrantes; e incertidumbre de que la desaparición del sistema fronterizo de la administración Biden genere caos y propicie severas medidas legislativas de la nueva mayoría republicana.
Compuesta no sólo por oficiales civiles, sino por veteranos de guerra, la patrulla fronteriza se apresta a ser uno de los principales protagonistas de la nueva era antimigratoria en Estados Unidos. Uno de sus integrantes, formado en varios campos bélicos, advierte en entrevista con Proceso: “Vamos a tener permitido hacer nuestro trabajo”.
En El Paso, Texas, la Casa Anunciación (Annunciation House) funciona como un sistema de refugio para migrantes desde la década de los 70, cuando la fundó el padre Rubén García, un hombre de vocación religiosa que concentró su convicción en ayudar a las personas que llegan a la ciudad fronteriza ubicada a sólo tres kilómetros de Ciudad Juárez.
Con los resultados electorales se avivan los cuestionamientos sobre el futuro del refugio, pues fue objeto de acoso gubernamental por parte del republicano Ken Paxton, actual procurador general de Texas y uno de los perfiles que Trump consideró para ocupar el cargo de fiscal general de Estados Unidos, aunque finalmente nominó al congresista por Florida Matt Gaetz.
En febrero de 2024 Paxton presentó una denuncia contra la Casa Anunciación por “facilitar la entrada ilegal a Estados Unidos, albergar a extranjeros, contrabandear personas y operar una casa de seguridad”.
Entonces se inició una batalla legal de medio año. En julio último, el juez de distrito estatal, Francisco Domínguez, bloqueó los intentos del procurador para cerrar el refugio.
Rubén García, a sus 75 años, estuvo en las primeras filas del enfrentamiento en la corte. Es un hombre alto, de gestos serenos hasta que sus ojos se inflaman y su voz se enciende cuando comienza a hablar del tema al que ha dedicado dos terceras partes de su vida, la migración.
Habla sobre la reacción que desencadenó la demanda que interpuso Paxton: “Después de que el procurador general de Texas empezó este proceso nosotros tuvimos una rueda de prensa. Yo estaba totalmente sorprendido, todo el mundo llegó, aquí estaba el alcalde, aquí estaba el juez del condado, aquí estaba el obispo, aquí estaba la congresista Verónica Escobar, todos los oficiales estaban ahí para mandarle al procurador un mensaje muy fuerte: ‘Queremos que sepas que nosotros no vamos a permitir que tú cierres un trabajo como este’”.
Explica que el apoyo se facilitó gracias a que el trabajo de los albergues evita que haya migrantes en las calles.
Una de las directrices del funcionamiento en la Casa Anunciación es brindar refugio a todos los migrantes que lo necesiten. García pone el ejemplo de un joven que cayó del muro fronterizo al intentar cruzar y fue llevado al hospital: “Me llamaron y lo acepté; yo estoy aceptando a una persona indocumentada y el procurador dice ‘eso es traficar’”.
En respuesta, el padre sostiene que su labor está justificada en el llamado que hace el Evangelio para dar la bienvenida al prójimo: “Es lo que hacemos y es lo que vamos a seguir haciendo”.
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Fragmento del reportaje publicado en la edición XVIII de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.
Con información de Proceso.