En un contexto donde las necesidades de salud demandan soluciones más eficaces y accesibles, México enfrenta el reto de consolidarse como un referente en innovación farmacéutica. Aunque el país cuenta con un capital humano de alto nivel y una infraestructura en crecimiento, la falta de inversión sigue siendo el principal obstáculo para el desarrollo de medicamentos innovadores.
Según el doctor Carlos Tomás Quirino Barreda, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y ganador del Premio a la Investigación 2024 en Ciencias Biológicas y de la Salud, los medicamentos innovadores tardan en promedio más de cuatro años en llegar a los pacientes mexicanos. Esto se debe, en gran parte, a la carencia de un enfoque integral que impulse el diseño, desarrollo y producción de estos productos, especialmente los biotecnológicos.
“Aunque contamos con talento en universidades como la UAM y con capacidades industriales, es crucial fomentar una política de inversión pública y privada que priorice los medicamentos genéricos y biotecnológicos. Esto no solo beneficiaría a los pacientes, sino que también fortalecería nuestra economía farmacéutica”, aseguró el doctor Quirino Barreda.
El investigador subrayó la importancia de implementar estrategias interinstitucionales para identificar las principales necesidades en salud y canalizar recursos hacia proyectos con impacto a corto y mediano plazo. “El diseño de medicamentos innovadores requiere varios años de investigación, fuertes inversiones económicas y la colaboración multidisciplinaria, incluyendo ciencias sociales y humanidades”, explicó.
En el ámbito académico, la UAM ha liderado esfuerzos en el desarrollo de tecnología aplicada a medicamentos de liberación modificada y nanomedicinas. Por ejemplo, el Laboratorio de Farmacia Molecular y Liberación Controlada busca transformar invenciones en innovaciones concretas que lleguen al mercado. Sin embargo, esto solo será posible con mayor participación de la industria y el gobierno.
Otro punto destacado por el doctor Quirino Barreda es el potencial de las llamadas “innovaciones incrementales”. Estas consisten en optimizar costos y tiempos en la producción de medicamentos, lo que se traduce en precios más bajos para los pacientes y mayores beneficios para los inversionistas. “Las universidades mexicanas están formando profesionales altamente capacitados que pueden contribuir en este ámbito, pero necesitamos más proyectos que aprovechen esta capacidad”, puntualizó.
Actualmente, la industria farmacéutica mexicana opera con un 40% de su capacidad instalada y cuenta con recurso humano subutilizado que podría enfocarse en la exportación, especialmente hacia Estados Unidos. Esto representa una oportunidad clave para incrementar la competitividad del sector.
“La industria de la salud en México necesita invertir más en biotecnología y nanotecnología. Tenemos infraestructura para productos básicos, pero el futuro está en medicamentos con nanopartículas que sean más potentes, seguros y eficaces”, aseguró el investigador.
Con información de El Economista.