Claudia Sheinbaum Pardo se presentó hoy ante un abarrotado Zócalo lleno de simpatizantes y acarreados, a quienes dirigió un discurso por sus primeros 100 días como presidenta con “a”, en el que endulzó el oído con los logros de su gobierno y el de su antecesor, y donde la violencia que azota a México y otros temas incómodos no estuvieron presentes.
En sus primeras líneas y como si el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, a quien Sheinbaum todavía se refiere como presidente, aún continuara, la mandataria señaló que no se volvería al modelo neoliberal.
Y sin embargo, destacó en su informe las cifras récord en materia de inversión extranjera, remesas, reservas internacionales, empleo, México como el principal socio comercial de Estados Unidos.
Pero nada dijo de la deuda, del déficit fiscal, del aumento en la pobreza extrema que heredó, del elevado nivel de informalidad en el empleo.
Su carta fuerte afloró pronto en el discurso: destacó que para este año se destinarán 835 mil millones de pesos para programas sociales en beneficio de 30 millones de familias.
"El dinero que antes se robaban o lo usaban para la compra del voto, hoy se distribuye para el beneficio de todo el pueblo de México", dijo la mandataria ante miles de simpatizantes que llegaron, en un importante número, a través del denominado acarreo.
La cita era a las 10:00 de la mañana, pero la presidenta salió de Palacio Nacional una hora después, mientras el grupo Legado de Grandeza calentaba el ambiente y exaltaba la mexicanidad con un repertorio de clásico de la música nacional.
A las 11:00 de la mañana se anunció el arribo de la presidenta al magno templete instalado en el Zócalo, donde dio un discurso que duró exactamente una hora, flanqueada por su gabinete y con la presencia en primera fila de los gobernadores morenistas, los priistas Manolo Jiménez y Esteban Villegas, de Coahuila y Durango, y los emecistas Pablo Lemus y Samuel García, de Jalisco y Nuevo León.
En el país dibujado por Sheinbaum, la aerolínea estatal Mexicana de Aviación, que anunció el cierre de rutas y se quedó con sólo tres aviones para operar, volverá a levantarse: afirmó que vienen más aeronaves.
Con el Tren Maya, obra de su antecesor y que Sheinbaum insiste en presentarlo como un logro, desafió a los que llama "escépticos y pesimistas". En el universo morenista, "su operación fue un éxito".
Dijo que entre octubre y diciembre del año pasado, el tren transportó a 400 mil pasajeros. Lo que no mencionó es que esa cifra se traduce en que lo utilizaron 4 mil 400 personas por día.
Ya encarrilada, reiteró los proyectos ferroviarios que ya se habían sido hechos públicos desde que López Obrador los delineó, como las rutas de la Ciudad de México a Pachuca, Querétaro y Nuevo Laredo.
Su aún naciente gobierno, que ha estado marcado por la violencia en Sinaloa desde la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, no ha tenido tregua por la pugna entre las facciones rivales de La Chapiza y La Mayiza.
No obstante, ese tema no estuvo presente en su discurso, como tampoco los asesinatos de inocentes, las desapariciones, las masacres, el cobro de piso, los bloqueos, los feminicidios, las fosas clandestinas, los secuestros, las balas perdidas que matan a niños.
Cual si fuera un acto de campaña, enumeró los cuatro ejes de su estrategia: atención a las causas, fortalecimiento de la Guardia Nacional, inteligencia e investigación, y coordinación entre gobiernos.
"Algunos quisieran que fracasáramos; se van a quedar con las ganas", ironizó para después señalar las tendencias a la baja, desde el sexenio anterior, de los homicidios dolosos, las lesiones y el robo con violencia.
Y reiteró la multimencionada promesa de que la estrategia de seguridad funcionará.
La mandataria dejó para el final las palabras con las que mostró músculo a Donald Trump, quien dentro de ocho días volverá a la Casa Blanca: "Las y los trabajadores mexicanos trabajan como ninguno en los Estados Unidos; son trabajadores extraordinarios del campo, de la construcción, de los servicios".
Y para dar paso a los vivas de la denominada Cuarta Transformación, remató: "Siempre tendremos la frente en alto; México es un país libre, independiente y soberano.
A pesar de un Zócalo lleno y de revivir las frases icónicas de López Obrador, el discurso de Sheinbaum obtuvo poca respuesta de los asistentes, muchos de ellos agrupados en contingentes que se distinguían por las banderas que portaban con frases en favor de políticos y funcionarios de origen morenista.
Entre las fallas de sonido, el clima frío y los trayectos en autobús, cientos de asistentes decidieron retirarse del Zócalo antes de que finalizará el evento.
"¿Ya podemos irnos?", dijo una adolescente a su madre frente a una tienda sobre Madero. Ante ellas, caminan entre empujones quienes decidieron adelantarse para dirigirse hacia la Alameda, como fue el caso de decenas de sindicalizados de la SNTE que acudieron al mitin.
En el recorrido de regreso se pudo apreciar una escena similar a los eventos encabezados por López Obrador: los simpatizantes que recurren a la figura religiosa para ensalzar la imagen del titular del Ejecutivo federal.
En los alrededores del Zócalo se pudo observar a vendedores ambulantes con estampitas con la cara de Sheinbaum sobrepuesta sobre imágenes del sagrado corazón de Jesús, a pesar de que la presidenta ha hecho público que no es católica ni tampoco creyente.
Fue así como concluyó la puesta en escena de un México paralelo en donde la gloria, el triunfalismo y la autocomplacencia se desarrollan al margen de un país con millones de personas que no tienen acceso a una vida digna y viven asolados por la inseguridad que ha manchado de sangre el territorio nacional.
Con información: Latinus.com