Desde el corazón de nuestra tierra herida, desde la Sierra Tarahumara hoy los chihuahuenses de bien no podemos sino unirnos en una voz, en el eco del lamento de las familias que han sido desplazadas de su hogar. Decenas y decenas de familias huyendo, abandonando su hogar para proteger el sagrado regalo de su vida y la de los suyos.
Las imágenes de niños arrancados de sus hogares, de padres que deben elegir entre su tierra y la vida de sus familias, son un recordatorio doloroso de la deuda que tenemos con la Sierra Tarahumara.
Como el primer servidor de los chihuahuenses es mi deber estar del lado de quienes hoy sufren lo indecible, de quienes han sido olvidados, de quienes sufren en silencio, pero estas familias chihuahuenses no están solas. Hoy invocamos la justicia divina y terrenal para enfrentar a quienes han sembrado el terror y el desarraigo. La guerra que libramos no es solo contra la delincuencia organizada, sino contra la desesperanza que amenaza con arrebatar el alma de Chihuahua. Con humildad, pero también con determinación, afirmo que no claudicaremos.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados, y esta hambre y sed son el combustible de nuestra causa. El 2025 debe ser el año para la creación de políticas de dignidad, para enfrentar sin miedo, sin titubeos, a quienes lastiman a Chihuahua. Las políticas de dignidad que proponemos parten de una verdad irrenunciable: cada familia merece vivir sin miedo, cada niño merece crecer en libertad, y cada persona tiene el derecho de caminar su tierra sin temor a las balas.
Nuestros niños merecen una Chihuahua libre de cadenas, donde puedan crecer con sueños grandes y sin temores que los limiten. Esta batalla no es solo política, es espiritual, es social, es moral. Debemos enfrentarnos al reto con todas las herramientas que poseemos: leyes firmes, corazones fuertes y una fe inquebrantable.
No vamos a negociar, no vamos a ceder un centímetro de nuestro territorio a los violentos, no daremos respiro a los violentos. Como Josué, que lideró a su pueblo con fe y espada, así debemos actuar: con la certeza de que esta batalla es justa y con la confianza de que no estamos solos. Chihuahua es tierra de valientes, y juntos recuperaremos lo que nos pertenece.
Hoy les digo a quienes hoy sufren lo indecible, a quienes lo han perdido todo, sus lágrimas no caerán en el olvido, y su dolor no será en vano. Este 2025, Chihuahua volverá a ser un hogar seguro para todos. Que la fe sea nuestra armadura y la justicia nuestra espada. ¡Que el enemigo tiemble, porque los hijos de esta tierra no se rinden!