Terminamos este año con la esperanza de que el que viene será mejor, pero para que así sea, cada uno de nosotros tenemos que poner lo que está de nuestra parte, porque somos nosotros mismos, quienes escribimos la historia, quienes a través de nuestras memorias vamos transformando el mundo creado, sobre todo en las relaciones sociales, que al hablar de ellas, tenemos que darnos cuenta que no solo es un concepto, sino que es el trato entre personas que son nuestro prójimo; aquel que encontramos día con día y nos relacionamos para compartir, no solamente trabajo y preocupaciones, sino para sacar de cada uno lo mejor y así poder ver de qué manera podemos ir mejorando las cosas, en la familia, en la sociedad y en nuestra Iglesia.
Las relaciones sociales son muy importantes, ya que Dios no nos creó solos, sino que nos puso a un compañero, a una compañera con quien convivir, con quien dialogar, a quién amar a quién servir.
El Papa Francisco nos habla sobre todo en este Año Jubilar, que hemos comenzado, a no perder la esperanza; tener la certeza de que teniendo al "Dios con nosotros", ", las cosas se pueden lograr, se puede alcanzar aquello que tanto deseamos, en planes, en ilusiones, en trabajos para la familia, para nuestra comunidad.
Qué importante es no perderla, porque la esperanza alimenta el corazón, cada día lo nutre, lo alimenta, le da la fuerza para no decaer y si se cae, levantarse siempre viendo al futuro, sobre todo buscando un entorno mejor.
También el Papa no solamente nos habla de esperanza, sino en esta ocasión, con motivo del Año próximo, nos habla sobre la bondad, ésta que debe de ser un sentimiento que mueva nuestro corazón para poder tratar a las demás personas con respeto, con empatía.
No es una estrategia diplomática, sino que representa una forma de amor que abre los corazones a la aceptación y nos ayuda a todos a ser más humildes, así como ese Niño que se nos ha dado, que desde su grandeza se ha hecho como nosotros, para podernos ayudar a encontrar el sentido, la alegría y la fuerza a nuestra propia vida.
La bondad es una forma de amor para conectarnos con los demás. Es muy importante. Porque de ahí va a abrir, no solamente la buena relación, sino la paz y la ayuda mutua entre las personas y eso nos llevará a la solidaridad, al compañerismo y a la gratitud en aquello que nosotros encontramos de bueno, de positivo en las personas que se preocupan por nosotros.
Que este año, nos traiga pues, mucha paz, mucho amor, mucha alegría, pero siempre sabiendo que aquello que nos da amor y nos va a sacar adelante, será la esperanza, sabiendo que tenemos un Dios que cumple sus promesas. Si estamos cerca de Él, no nos defraudará.
Practiquemos pues la bondad con el hermano, con humildad, con sencillez y que esa bondad nos lleve al amor mutuo que sea la principal fuerza que mueva nuestra vida.
Que la Santísima Virgen María, Madre del Amor, quién nos ha dado a Jesús mismo como un regalo para la humanidad, nos guie, nos sostenga y nos anime a seguir adelante en nuestro camino sabiendo que somos una sola familia derivada del amor de Dios y que cumpliendo nuestra misión, podamos ser felices aquí y en la otra vida.
Manuel González Sandoval/ Obispo de la Tarahumarq