El costo de la vida sigue estando muy alto en México a pesar de los esfuerzos para estabilizar la economía después de la pandemia global. La inflación siguió rondando el 4,55% en noviembre, unas cifras que, aunque son mejores que las de los años anteriores, continúan resultando problemáticas para la mayoría de las familias. Y, cuando el pago de la renta y de las compras del supermercado se dispara, lo habitual es dejar de gastar en cosas menos esenciales.
Esto es justo lo que está ocurriendo con las suscripciones online a las que nos habíamos habituado en los últimos años. Aunque nos ofrecían una gran manera de disfrutar del entretenimiento online, plataformas como Netflix o Disney Plus no han dejado de subir sus tarifas –la última suba tuvo lugar este mismo mes–, con lo que ahora mucha gente se ve obligada a plantearse si puede seguir permitiéndose estos servicios.
No se trata de un fenómeno aislado. Un reciente artículo de ExpressVPN ya ponía de relieve un problema conocido como la 'fatiga de las suscripciones', donde una cantidad cada vez mayor de usuarios considera que el pago excesivo de este tipo de servicios les supone un detrimento económico y mental.
Según el estudio, la gran mayoría de los usuarios de internet tiene contratadas menos de tres suscripciones, mientras que lo más habitual es tener solamente una. Son una minoría quienes contratan cuatro suscripciones o más, y esta mayoría previsiblemente será todavía más pequeña ante los nuevos incrementos de precio establecidos por las grandes compañías del entretenimiento online.
A empresas como Netflix le sale a cuenta el aumento de precios a cambio de perder usuarios. Este incremento de precios les permite ganar más, mientras que la pérdida de usuarios desahoga la carga de sus servidores globales. Ganar más y gastar menos es la premisa de estas compañías, pero la perspectiva de los usuarios es otra bastante diferente: cuando un servicio sencillamente no merece la pena, lo mejor es cancelar la cuenta.
El caso de los servicios de streaming es bastante emblemático porque son las empresas que están subiendo más sus precios y porque, además, sus catálogos son cada vez más limitados. Pensemos en Netflix, por ejemplo. Durante sus primeros años ofrecía películas de Disney, Paramount o MGM, que ahora solo se puede encontrar en plataformas independientes como Disney+ o Amazon Prime.
La diversificación del sector obliga a contratar varios servicios en lugar de uno solo para poder acceder a un catálogo similar al que Netflix tenía entre 2010 y 2015. Hay que pagar entonces más suscripciones, que a su vez cuestan más cada año, y a esto hay que sumar otros servicios como el streaming deportivo o el streaming musical.
Las ventajas del modelo de suscripción para las empresas han pasado a resultar tan evidentes que ahora son muchas compañías de software las que tratan de incorporarlo para ofrecer sus servicios. Esto es lo que se llama SaaS, es decir, el software como servicio. En lugar de comprar una aplicación como Microsoft Word o Adobe Photoshop, los desarrolladores nos obligan a pagar una cuota mensual o anual a cambio de poder usarla.
Si tenemos que trabajar con cualquiera de estas apps, debemos sumar una suscripción más. Y son muchísimas las aplicaciones que tratan de vendernos una suscripción: Canva, ChatGPT, Midjourney, AutoCAD… Incluso las redes sociales están ofreciendo supuestas ventajas Premium a cambio de una suscripción anual: Instagram, X, Twitch, YouTube… Si pagáramos por todo, fácilmente tendríamos que hacer frente a más de 20 suscripciones distintas.
La 'fatiga de las suscripciones' anticipada por ExpressVPN es entonces cada vez más real. Y la solución no siempre pasa por la cancelación de cuentas. Si bien es cierto que podemos cerrar nuestra cuenta de Netflix y quedarnos solo con el catálogo de Amazon Prime, no podemos prescindir de herramientas de trabajo como el Word o el Excel. La 'fatiga de las suscripciones' urge un cambio de modelo de pago para que la mayoría de los usuarios no se quede afuera.