Mi patria es el norte y mis valores la gratitud y el esfuerzo. Mi heráldica el ocotillo y el huizache, el correcaminos, el águila y la fe. Fe en mi gente, en mi Chihuahua el de todos los días, cuya orografía hostil saca lo mejor de nosotros. Mi bandera, por lo tanto, son los cierzos de diciembre en la Heroica Ciudad Juárez, el guayabo en las barrancas, la iglesia de san José en Parral, el trazo urbano perfecto en Delicias, la Zona del Silencio y el aullido del coyote en la planicie.
Esta es mi patria mineral por la que doy gracias cada día, mi norte patria por la que trabajo cada día y hoy que cerramos un año convulso, que tomamos el tiempo para mirar atrás, la vorágine del año marcado por el proceso electoral más grande de nuestra historia (hasta dentro de muy pronto), por la imposición del centralismo sobre el norte, por la deriva autoritaria, por la sumisión de tantos ante el régimen.
Mirar en retrospectiva el 2024 es ver a un Chihuahua sumido en el desprecio presupuestal, el abandono, la injusticia, la guerra asimétrica, pero es también ver a un Chihuahua que resiste en solitario, a un Chihuahua de patriotas a quienes no les importa la dimensión del enemigo, la crueldad del tirano, a chihuahuenses llenos de coraje porque aquí está todo lo que aman, todo lo que importa.
Para ser chihuahuense se requiere coraje, para ser del norte se necesita el valor del esfuerzo, pues no se subyuga y hace producir al desierto sin la inteligencia y energía, porque no se erigen ciudades sin diligencia y voluntad. Somos los chihuahuenses lo mejor de los dos mundos del conquistador ibérico y de las naciones indígenas y cuando se dice Chihuahua se dice también dignidad, se dice hospitalidad, se dice frontera, pero también decimos un término inherente a Chihuahua y es el de soberanía.
Porque los chihuahuenses trabajamos duro para labrarnos nuestro destino porque somos un pueblo de bien. No se es chihuahuense sin ser soberano, sin ser dueño de su propio destino y el destino de Chihuahua es la grandeza, lo hemos forjado en la peor de las adversidades pero con la mayor de las esperanzas.
Si el 2024 fue el año para resistir, para aglomerar a patriotas de este norte, el 2025 es el año para construir el Chihuahua prometido, un Chihuahua más justo, más próspero, más sustentable, donde los valores del norte sean la guía. El Chihuahua prometido es posible desde la honestidad de hacer lo correcto, el Chihuahua prometido es una tierra de libertad, de progreso, de menos impuestos, de un nuevo paradigma, en donde quien más trabaja más reciba. Es no permitir que nuestro norte sea pisoteado por los populistas.
El 2025, junto a patriotas, junto a mujeres soberanas, junto a hombres libres, junto a un ejército de soñadores, será el año para construir políticas públicas llenas de dignidad para las familias chihuahuenses, de luchar unidos para hacerle frente al saqueo de los populistas al norte.
Como el primer servidor de los chihuahuenses, este año que inicia mi compromiso es total con los héroes de la clase, con las familias del norte, con la defensa de nuestra cultura, la resistencia contra los populismos empobrecedores, la batalla frontal por el respeto irrestricto de la libertad individual, el estado de derecho. la garantía en la propiedad privada y el derecho a la vida, a la no agresión, por darle voz a quienes no tienen poder político. Eso es el Chihuahua prometido.