CIUDAD DE MÉXICO (apro) .- La revista estadunidense “Harper’s Magazine” publicó un extractó del libro de la escritora Liz Pelly, en el que se señala que la plataforma de música, Spotify, utilizó música de “artistas fantasma” para rellenar sus listas de reproducción más populares y así reducir los costos de regalías para pagar a músicos genuinos, rumor que circulaba desde la década pasada.
“Mood Machine: The Rise of Spotify and the Costs of the Perfect Playlist” (Maquina de humor: El ascenso y costos de la lista de reproducción perfecta) es el título del libro de Pelley y que saldrá a la luz el próximo enero.
En 2017, un artículo de “Vulture” afirmó que Spotify estaba llenando algunas de sus listas de reproducción populares y relajantes, como las de jazz y piano, con música barata de artistas falsos creadas por la misma empresa. En ese momento, un vocero de Spotify declaró a la prensa que esa información era "categóricamente falsa".
“Si bien Spotify puede no haberlos creado, no llegó a negar que los hubiera agregado a sus listas de reproducción”, apuntó Pelly. Artículos similares también fueron publicados por medios como "NPR" y "The Guardian", entre otros.
Ese mismo año, el escritor musical David Turner utilizó datos analíticos para ilustrar cómo la música de artistas como Brian Eno, Bibio y Jon Hopkins fue reemplazada por temas de Epidemic Sound, una empresa sueca que suele producir material de archivo para publicidad, programas de televisión y otros contenidos similares.
En 2022, el diario sueco “Dagens Nyheter” revivió las acusaciones al comparar los datos de streaming de la plataforma mencionada, con los documentos recuperados de la sociedad sueca de recaudación de derechos de autor (STIM, por sus siglas en sueco). El reportaje reveló que docenas de compositores estaban detrás de más de 500 supuestos artistas y miles de sus canciones estaban en Spotify y habían acumulado millones de reproducciones.
Los “artistas” que conquistaron las listas de reproducción con temas de estados de ánimo “eran claramente falsos”, denunció Pelly. Sus presuntas disqueras a menudo figuraban como compañías de música de archivo como Epidemic; sus perfiles incluían imágenes genéricas, posiblemente generadas con inteligencia artificial; sin biografías de los artistas; ni enlaces a sitios web y las búsquedas Google no arrojaban ningún resultado.
“¿Por qué, exactamente, se añadían las canciones a estas listas de reproducción de Spotify enormemente populares? Sabíamos que los ‘artistas fantasma’ estaban vinculados a ciertas empresas de producción y que esas empresas estaban produciendo una cantidad exorbitante de pistas, pero ¿cuál era su relación con Spotify?”, esas fueron las preguntas que inspiraron a Pelly a investigar.
La escritora se reunió con el editor de tecnología del “Dagens Nyheter”, Linus Larsson, quien le mostró “el ejemplo más absurdo, porque realmente intentaron convertirlo en el productor musical más genial que puedas encontrar” de uno de estos “artistas fantasma”, llamado “Ekfat”, que apareció en listas de reproducción oficiales de Spotify como “Lo-Fi House” y “Chill Instrumental Beats”, que ha acumulado millones de reproducciones en la plataforma.
“Hablé con exempleados; revisé los registros internos de Spotify y los mensajes de Slack de la empresa; entrevisté y mantuve correspondencia con numerosos músicos. Lo que descubrí fue un elaborado programa interno. Spotify, descubrí, no solo tiene asociaciones con una red de empresas de producción, que, como dijo un exempleado, proporcionan a Spotify ‘música de la que nos beneficiamos económicamente’, sino también un equipo de empleados que trabajan para incluir estas pistas en listas de reproducción en toda la plataforma”, explicó la autora.
“Al hacerlo, están trabajando efectivamente para aumentar el porcentaje de reproducciones totales de música que son más baratas para la plataforma. El nombre del programa: Perfect Fit Content (PFC)”, detalló Pelly.
La escritora advierte de las consecuencias que podría traer el PFC. Los artistas podrían perder ingresos si no son incluidos en las listas de reproducción o se reemplazan en favor de ese programa, mientras que, quienes graban música de PFC ellos mismos, a menudo deben renunciar a los derechos y por tanto a obtener regalías de canciones que, de volverse populares, podrían ser lucrativas.
Además, a medida que los servicios de streaming impulsan la música anónima de bajo costo, "la relación entre el oyente y el artista podría romperse por completo", advirtió Pelly.
Con información de proceso.com.mx