La reciente aprobación en el Senado de la República de una reforma constitucional que prohíbe y sanciona el uso de vapeadores y el abuso de fentanilo representa un avance significativo en la protección de la salud pública, especialmente de nuestros jóvenes. Como diputada local y médica, respaldaré esta iniciativa en la siguiente etapa legislativa.
La evidencia científica es contundente: los vapeadores y los productos de tabaco calentado son altamente adictivos y dañinos para la salud. A pesar de las campañas publicitarias que los presentan como alternativas seguras al cigarrillo tradicional, estos dispositivos contienen sustancias tóxicas y metales pesados (cadmio, níquel, plomo) que pueden causar graves problemas respiratorios, cardiovasculares y cáncer.
La industria tabacalera, al ver amenazado su mercado, ha recurrido a tácticas engañosas para promover el consumo de vapeadores entre los jóvenes, quienes son especialmente vulnerables a la adicción a la nicotina. Es fundamental desmentir el mito de que estos productos son una herramienta para dejar de fumar, ya que la realidad es que suelen conducir a una doble adicción. El vapeo es un hábito, no es una costumbre o moda, son reforzadores psicosociales de una adicción farmacológica a la nicotina.
La Cofepris y la Conadic advierten sobre los riesgos de consumir estos productos, destacando que un cartucho que contiene 5% de sal de nicotina es equivalente a entre uno y tres paquetes de cigarrillos. Estas altas concentraciones de nicotina tienen efectos adversos a largo plazo en el desarrollo del cerebro de niños, niñas, adolescentes y fetos.
Las autoridades sanitarias señalan tres principales tipos de daños a la salud asociados con estos productos, los cuales son: 1) daños respiratorios por la inflamación del tejido pulmonar, causando padecimientos como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma y cáncer. 2) daños cardiovasculares por los cambios en la circulación sanguínea, los cuales pueden causar arterioesclerosis e infartos al corazón; y 3) daños mutagénicos que aumentan el riesgo de cáncer y alteraciones a nivel reproductivo, como disfunción eréctil.
La Organización Mundial de la Salud ha recomendado enfáticamente la prohibición de los vapeadores y productos similares, debido a su alto potencial adictivo y a las estrategias de mercadeo dirigidas a los jóvenes. Al prohibir estos productos, estamos enviando un mensaje claro: la salud de nuestros ciudadanos, especialmente de nuestros niños y adolescentes, es una prioridad. Varios países como Antigua y Barbuda, Argentina, Brasil, Nicaragua, Venezuela y Uruguay, ya lo han hecho.
Esta reforma constitucional no es solo una prohibición, sino un llamado a la acción. Las familias, las escuelas y la sociedad en su conjunto debemos trabajar en conjunto para prevenir el consumo de sustancias adictivas y promover estilos de vida saludables. Es crucial que los jóvenes cuenten con información precisa sobre los riesgos asociados con el consumo de vapeadores y fentanilo, y que se les brinden las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas