CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El deceso de Silvia Pinal causó conmoción en lo artístico, pero hace medio siglo su fama y proyección abarcaban otros terrenos, como el de la arquitectura.
En 1954, al tiempo de estrenar la cinta “Un extraño en la escalera” –al lado de Arturo de Córdova, filme que la catapultó al éxito en un año clave para la Época de Oro del Cine Mexicano–, la actriz adquirió un terreno en la zona de El Pedregal para residir, y ese hecho le dio un empuje a la zona que para entonces era conocida como ‘El mal país’. Pinal tenía sólo 25 años.
Para ese momento ya había actuado en 43 filmes nacionales y había ganado un Premio Ariel, era la estrella femenina por excelencia del cine, y buscaba entonces un terreno para invertir y hacer ‘la casa de sus sueños’, la prensa de entonces siguió todo a detalle.
Acorde al volumen “Las casas del Pedregal” de ediciones GG, fue Gregorio Wallerstein, productor regular de los filmes de la actriz, quien le sugirió al arquitecto Manuel Rosen para idear el proyecto de su casa. Rosen era entonces un joven arquitecto recién egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero tras varias entrevistas con Pinal se decidió por su visión.
Se lee en ese libro sobre la descripción de la Casa Pinal, la cual se situó en un terreno de 2000 metros cuadrados sobre la Avenida de las Fuentes 629, uno de las más grandes de esa época en la zona:
“La casa, a pesar de sus dimensiones más generosas, sigue decididamente las pautas establecidas en la 'Casa Fuhrken’ (Avenida de las Fuentes 605). Aquí también se respeta la sección natural del terreno, situando la construcción a caballo de un fuerte desnivel que se eleva al fondo de la parece. Y como en su precedente, pegado a este límite posterior del terreno se formaliza un patio cerrado –requerido por la cliente por motivos de privacidad– con cabellos a un solo nivel que organizan los dormitorios y el servicio.
“Hacia el frente, el cuerpo principal vuela por encima de la roca natural y contiene las áreas sociales. En un esquema similar al de la ‘Casa Gómez’, la alberca se sitúa en el jardín del acceso, decisión que más tarde probaría no ser funcional, requiriendo en ambos casos, ‘Gómez’ y ‘Pinal’ la construcción de un cerramiento que alteró considerablemente la imagen original”.
La alberca mencionada fue una petición especial de Pinal, quien solicitó a Rosen le hiciera una ‘olímpica’, debido a su gusto por la natación, sin embargo, unos diez años después “en busca de mayor privacidad y con la idea de usarla también durante las frías noches del Pedregal”, según se lee en el libro, le solicitó techarla, lo que cambió drásticamente la imagen original, en especial la vista desde la fachada.
La misma Elena Poniatowska se refirió en algún momento sobre la Casa Pinal como “una casota en El Pedregal del tamaño del hangar presidencial”, para referirse al inmueble construido en el terreno de 2000 metros cuadrados. El ojo de Pinal para decidir en dónde vivir, a la distancia, se pesa en oro debido a la plusvalía del lugar.
Con información de Proceso.