El pasado viernes 15 de noviembre, fuimos testigos de la presentación del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para 2025. Este documento, que debería reflejar las prioridades de una administración comprometida su pueblo, resulta en cambio un ejercicio de simulación y opacidad. Uno de los puntos más alarmantes es la significativa reducción de recursos en áreas fundamentales como la salud, lo que pone en evidencia una peligrosa desconexión entre las necesidades de la sociedad y las decisiones gubernamentales.
En materia de salud, el recorte de aproximadamente 30 mil millones de pesos a la Secretaría de Salud es un golpe devastador. Este ajuste afectará programas clave como la vacunación, el abastecimiento de medicamentos, y las estrategias preventivas en todo el país. La narrativa oficial puede intentar matizar o justificar esta decisión, pero la realidad es contundente: vivimos en un país cuyo sistema de salud está en crisis.
El presidente López Obrador, a pocos días de culminar su sexenio, reconoció que el sistema de salud es una tarea pendiente. Sin embargo, sus acciones contradicen este mea culpa. La promesa de un sistema de salud "como el de Dinamarca" no solo está lejos de cumplirse, sino que la gestión de su administración ha agravado las deficiencias existentes. Ejemplo de ello es la llamada "megafarmacia del bienestar", un proyecto que ha sido señalado por su ineficacia y múltiples irregularidades detectadas en auditorías recientes.
La salud es un derecho humano consagrado en el artículo cuarto de nuestra Constitución, el cual establece que este debe ser progresivo y jamás regresivo. Esto implica que el Ejecutivo debería velar en el momento oportuno (la presentación del pesupuesto) un avance constante en la calidad y cobertura de los servicios de salud. No obstante, lo que observamos es un retroceso que deja a millones de mexicanas y mexicanos sin acceso a los servicios básicos de atención médica.
Además, centralizar recursos en el IMSS-Bienestar, como lo plantea este proyecto, desprotege a aquellos estados y comunidades que no están adheridos a dicho sistema, dejando a un sector significativo de la población a la deriva, por el momento.
El presupuesto refleja las prioridades y valores de un gobierno. En este caso, queda claro que la salud, un derecho fundamental, no ocupa el lugar que merece. Más allá de los discursos y las promesas, lo que importa son las acciones, y estas nos muestran un panorama sombrío.
Porque donde está el presupuesto, está el corazón. Y hoy, lamentablemente, el corazón de México parece estar en otra parte.