El esperado enfrentamiento entre Jake Paul y Mike Tyson terminó de manera anticlimática el viernes por la noche en el estadio de los Dallas Cowboys, dejando a los aproximadamente 72,000 fanáticos que asistieron al evento frustrados. Aunque Paul rindió homenaje a Tyson, retirándose los guantes y haciéndole una reverencia al veterano boxeador, los abucheos fueron el reflejo de la decepción generalizada. La pelea, que enfrentó al YouTuber con el ex campeón de peso pesado, no cumplió con las altas expectativas.
Paul logró una victoria unánime de ocho asaltos, con los jueces otorgándole una ventaja de 80-72 en una tarjeta y 79-73 en las otras dos. El resultado estuvo lejos de ser polémico, pero la falta de emoción en el cuadrilátero generó más dudas sobre la legitimidad de un combate que ya había estado rodeado de controversia antes de celebrarse.
La pelea comenzó con Tyson, de 58 años, sorprendiendo a Paul con un par de rápidos golpes al inicio. Sin embargo, Tyson no volvió a ser tan activo durante el resto del combate, lo que permitió que Paul tomara el control. A pesar de que Paul se mostró más agresivo después del primer intercambio, sus intentos de golpear a Tyson fueron mayormente descontrolados.
El ritmo lento del combate se vio favorecido por las condiciones especiales del evento, que incluyeron asaltos de dos minutos en lugar de tres y guantes más pesados diseñados para reducir el poder de los golpes. Aunque Paul dijo que redujo su ritmo después del tercer asalto porque sentía que Tyson estaba cansado y vulnerable, su declaración sobre no querer hacerle daño a Tyson también reflejó el tono más calmado del combate. «No quería lastimarlo más de lo necesario», expresó el boxeador de 27 años, quien se mostró respetuoso con su oponente tras el encuentro.
Tyson, quien no competía en una pelea profesional desde 2005, parecía más centrado en completar el combate que en ofrecer una actuación espectacular. A pesar de su actitud reservada, el ex campeón de peso pesado dejó claro que no estaba buscando complacer a nadie con su regreso al ring. «No lo hice para impresionar a nadie, solo para demostrarme a mí mismo que podía hacerlo», dijo Tyson.
A pesar de la falta de acción en el cuadrilátero, el evento fue un éxito comercial. Según los organizadores, la pelea recaudó cerca de 18 millones de dólares, estableciendo un récord en Texas para los deportes de combate. Además, Netflix, que transmitió el evento en vivo, experimentó dificultades técnicas, pero Paul no dejó de destacar la magnitud del evento, asegurando que más de 120 millones de personas pudieron ver la pelea a través de la plataforma. Según reportes, Paul recibió un pago de 40 millones de dólares por su participación, mientras que Tyson se llevó 20 millones.
Con información de Massinformación.