La propia Organización de las Naciones Unidas, a través de su Asamblea General, sumada a diversos organismos que promueven el cuidado ambiental en el mundo y en el país, han puesto en la agenda la importancia de que los ciudadanos transiten hacia una economía circular que privilegie la regeneración y conservación de los recursos naturales, al mismo tiempo que se utilizan para la subsistencia.
Asimismo, que las y los ciudadanos nos asumamos como protectores de la naturaleza a través de pequeñas acciones que sumen un gran aporte colectivo, en lugar de solo consumidores de recursos. Y que a través de esa visión seamos más conscientes de nuestro impacto ambiental.
Estas nociones las empuja Cristina Cortinas, a través de la fundación que lleva su nombre, quien ha hecho énfasis de transitar hacia una economía circular comunitaria, pues ha establecido estrategias y recomendaciones claras y comprensibles entre las cuales se puede lograr una sinergia entre la productividad y eficiencia ecológica del sector productivo, minimizando el impacto ambiental de dichas actividades humanas.
Pero ¿cómo lograrlo con pequeñas acciones, que nos lleven a resultados macros?: Evita comprar cosas innecesarias, no tires la ropa a la basura: recíclala, compra local, usa bolsa de tela y separa desechos.
Por ejemplo, una de las principales formas para reducir la producción de residuos es dejar de comprar cosas innecesarias. La razón es que, cuando se adquieren bienes de forma masiva y sin conciencia, se aumenta la demanda y con ella los procesos que se requieren detrás.
De otro lado, al comprar cosas nuevas todo el tiempo se aumenta el uso de plásticos para su entrega, de etiquetas y de tintas, por ejemplo, que luego terminarán en la basura.
Si consideras que ya no quieres usar más una prenda, identifica una fundación o revisa en alguna aplicación cómo hacérsela llegar a alguien que pueda aprovecharla. Puedes acudir a almacenes de segunda, en donde se intercambia la ropa que ya no usas por ropa que otras personas han dejado allí y que puede ser de tu interés.
Una sola bolsa de plástico tarda entre 200 y 400 años en degradarse. En el mundo se consumen, al año, unos cinco billones de estas bolsas y la mayoría termina en los basureros o contaminando espacios verdes y fuentes hídricas, esto nos obliga a que cada ciudadana y ciudadano debe mentalizarse como un consumidor responsable, poniendo por encima nuestra calidad de ciudadano, en materia de cuidado al medioambiente.
También las organizaciones y redes de consumo tendrían que centrar su atención, menos en lo que un consumidor individual debería hacer, y más en lo que –como ciudadanos organizados– podemos exigir políticamente en relación al consumo.
A saber, que la legislación nacional en la materia define al gran generador como la persona física o moral que genere (por sus prácticas de producción o consumo) una cantidad igual o superior a 10 toneladas en peso bruto total de residuos al año o su equivalente en otra unidad de medida (es decir, quien genere alrededor de 23.5 kilos de residuos al día).
Por tal razón, los establecimientos públicos o privados que generen 23.5 kilos de residuos al día o 10 toneladas por año o más, deben sujetarlos a planes de manejo “cero residuos a disposición final”.
En este sentido, señala que, los planes de manejo son obligatorios, pero la forma de diseñarlos e implementarlos puede ser innovadora, sencilla, económica, colaborativa y fácil de implementar.
La ONU ha señalado que todos debemos propiciar acciones a fin de lograr una economía eficiente en el uso de los recursos, de baja emisión de carbono e incluyente.
Partamos de que todos somos generadores de residuos que se pueden evitar, aprovechar y valorizar.