Con apenas tres semanas en el cargo, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (CSP) ha heredado un torbellino de violencia que, en opinión de muchas especialistas en seguridad, fue provocado por la política de su predecesor de no confrontar a los cárteles de la droga y de usar al Ejército para tareas de seguridad pública.
Sheinbaum, quien asumió el cargo el 1 de octubre, preferiría estar hablando sobre el plan del Gobierno para hacer que los jueces sean elegidos por voto popular, pero ha tenido que lidiar con el asesinato de seis migrantes a manos del Ejército el mismo día que asumió el cargo, el asesinato y decapitación del alcalde de Chilpancingo, la muerte de tres personas en Nuevo Laredo 10 días después y con los enfrentamientos en Sinaloa, entre otros lamentables hechos.
La tercera semana de Sheinbaum en el cargo culminó con el asesinato de un sacerdote católico que había sido amenazado por pandillas, y con un desigual enfrentamiento en el norte de Sinaloa en el que soldados mataron a 19 presuntos miembros de cárteles sin sufrir un solo rasguño.
Eso evocó abusos de derechos humanos pasados, como un incidente ocurrido en 2014 en el que varios soldados mataron a cerca de una docena de presuntos miembros de un grupo delictivo que ya se habían rendido.
“Es muy decepcionante y oscuro hacia adelante”, señaló Santiago Aguirre, director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro. “Todo muy descompuesto, y en vez de que se atiendan esas prioridades, todo el capital político se está dilapidando en una reforma judicial que generará más problemas que soluciones”. Sheinbaum ha dicho que todos los incidentes están siendo investigados, pero sólo ha hablado de ellos por unos minutos en sus primeras tres semanas en el cargo, en comparación con las horas que ha dedicado a encomiar las virtudes de la reforma judicial.
Los críticos observan que el problema real no es que jueces corruptos liberen a sospechosos, sino el hecho de que la policía civil y los fiscales carecen de recursos y formación suficientes, hasta el punto que más de 90% de los delitos nunca llegan a un tribunal.
El predecesor y mentor político de Sheinbaum, el expresidente Andrés Manuel López Obrador, decidió convertir a las fuerzas armadas en pieza central de su estrategia de seguridad, pero desde el 1 de octubre, los abusos han ocurrido de manera consecutiva con señalamientos de su actuación.
Es innegable que los cárteles del narcotráfico en México están fuertemente armados y pretenden dominar. El jueves, un cártel hizo estallar casi simultáneamente dos coches bomba en Guanajuato. “Es una prueba del crimen para ella y el nuevo Gobierno”, reconoció Juan Ibarrola, analista militar cercano a las fuerzas armadas. El mismos día, un ataque masivo que duró varias horas y fue perpetrado por hombres armados protagonizaron un enfrentamiento con un saldo de 19 muertos.
El jefe del Ejército mexicano, Ricardo Trevilla Trejo, afirmó ayer que el Cartel de Sinaloa “es más violento” tras los arrestos que ha hecho Estados Unidos de sus líderes Ovidio y Joaquín Guzmán López, hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, e Ismael “El Mayo” Zambada.
“El origen de los problemas, del conflicto que se está presentando en Sinaloa, fue la detención de un delincuente por parte de las autoridades de Estados Unidos, eso detonó mucho la violencia, y eso ha hecho que los grupos delincuenciales sean más violentos”, expuso en la conferencia diaria del Gobierno.
El secretario de la Defensa Nacional replicó los argumentos del ex presidente Andrés Manuel López Obrador y la actual Mandataria, Claudia Sheinbaum, quienes han corresponsabilizado a Estados Unidos por la ola de violencia de más de 200 asesinatos en Sinaloa.
“Después de la captura de Ovidio, sobre todo en Sinaloa, los delincuentes aumentaron mucho sus escoltas, sicarios muy violentos, dispuestos a dar la vida de sus protegidos, de sus escoltados, más armados, mucho mayor violencia”, enunció.
El máximo general hizo estas declaraciones para justificar el actuar de las Fuerzas Armadas en un operativo que dejó 19 muertos esta semana en Sinaloa solo para capturar a Edwin Antonio, alias El Max, supuesto líder de una célula delictiva.
EFE