Monterrey, NL. Se prevé que hasta el 50% de ciudades mexicanas podrían enfrentar una crisis de disponibilidad de agua en los próximos 20 años y que en la actualidad la disponibilidad de agua por persona es cinco veces menor que en años anteriores y se estima que esta cifra podría seguir disminuyendo, mencionaron expertos en el evento “Ciudades Sedientas: Soluciones Integradas para la Seguridad Hídrica”, organizado por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública (EGAP) y la Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tecnológico de Monterrey.
Los retos para las ciudades son múltiples: el aumento de la demanda, la reducción de la oferta provocada por la variabilidad del clima, y la necesidad de mejorar la gestión del agua.
Aldo Ramírez, director del Centro de Agua para América y el Caribe, (ecosistema en el Tec de Monterrey dedicado a temas del manejo y uso sustentable del agua), explicó que en 1950 había alrededor de 17,000 metros cúbicos de agua por habitante al año, mientras que en 2022 esta cifra se redujo a 3,569 metros cúbicos, lo que representa cinco veces menos agua disponible per cápita. Se espera que esta cifra continúe en decremento durante los próximos años.
“En el caso de Monterrey, la naturaleza ayudó este año y tenemos las presas llenas. Eso da un respiro, pero no es para echar las campanas al vuelo. Las sequías regresarán y quizás más intensas o con mayor duración. Tenemos que aprovechar este periodo bueno para planear mejor”, comentó Aldo Ramírez.
A su vez, Jürgen Mahlknecht, líder del Núcleo de Investigación de Clima y Sostenibilidad, enfatizó que “en México el 80% de la población reside en áreas urbanas, y se estima que para 2050 la población mundial alcanzará los 9,000 millones de personas, dejando menos de 1,700 metros cúbicos de agua disponibles per cápita al año, lo que intensificará la presión sobre los recursos hídricos.
Los ponentes destacaron la importancia de planear con base en escenarios desafiantes frente a un futuro que plantea retos más grandes de los que imaginamos. En ese sentido, el desarrollo tecnológico, la ciencia de datos y el análisis urbano están transformando la forma en que enfrentamos estos desafíos.
Entre las posibles aplicaciones mencionadas por Roberto Ponce, Profesor-investigador en Políticas Públicas, Ciudades Inteligentes y Ciencia de Datos, destacó el monitoreo en tiempo real a través de sensores inteligentes para detectar fugas y reducción en la presión, pues actualmente más del 30% del agua que usamos se pierde en fugas no detectadas.
Otras herramientas que pueden maximizar la eficiencia del uso del agua son los sistemas de riego inteligentes que utilizan pronósticos metereológicos y sensores de humedad del suelo para optimizar el uso del agua en la industria agrícola, además de los análisis predictivos basados en inteligencia artificial, que mediante datos históricos pueden generar una predicción de la demanda de agua para optimizar la asignación de recursos.
Recalcó que la solución a largo plazo requiere de un enfoque integral en políticas públicas. Por lo tanto, es vital realizar inversiones significativas en infraestructura hídrica y detener la expansión urbana descontrolada, lo que permite economías de escala y una respuesta más efectiva ante emergencias.
En conclusión, “tener acceso a agua de calidad en la llave no es la regla a nivel global, es la excepción”, enfatizando la urgencia de actuar con responsabilidad y colaboración para garantizar la seguridad hídrica en el país, subrayó Edmundo Molina, profesor-investigador y líder del Centro de Investigación en Ciencia de Decisiones.
La colaboración de EGAP con la Escuela de Ingeniería y Ciencias, no solo busca plantear un diagnóstico, también dar paso al desarrollo de soluciones innovadoras basadas en herramientas analíticas y tecnológicas para atender problemas públicos complejos.
Con información del Economista.