El primero de octubre, tomó protesta Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de México. Se despide de Palacio Nacional su inquilino, y esperemos que, con él, salgan todas las fobias, resentimientos y soberbia con la que se dirigió en todo momento.
Es imposible negar el fenómeno social y político que representa, pero lamentablemente, a su paso por el poder, lo mareó una popularidad construida con prerrogativas y recursos de muy evidente procedencia. En múltiples ocasiones, personificó y actuó como cualquier otro de aquellos personajes que tanto criticaba. Vamos, un Andrés Manuel del pasado, contra un Andrés Manuel del presente. Como dicen: siempre hubo un tweet que lo exhibiera.
Deja a su paso un país agraviado y muy adolorido en los temas que más le pueden doler a las personas: trabajo, salud, seguridad, educación, seguridad social y vivienda.
En términos estructurales, las condiciones de exclusión y precariedad laboral en las que viven millones de personas en México permanecen casi igual en 2024 en comparación con 2018. El desempleo hoy afecta a 6.6 millones de personas. Hay 2.7 millones más de personas que trabajan sin acceso a la salud y al seguro social. Mientras que en 2018 eran 32.8 millones, ahora son 35.5, lo que representa el 60% de la población ocupada en el país.
En salud, de acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, solo el 44.4% de la población que necesitó atención médica se atendió en el sistema de salud público en 2022. Con datos de Coneval, el centro reportó que el 60% de la población se atendió en instituciones privadas, es decir, 13 puntos porcentuales más que en 2020. Un 33.7% de la población afiliada a un sistema de salud se atendió en un sistema privado. El gasto de salud en los hogares a nivel nacional aumentó 28.4% en términos reales.
En seguridad, las cifras oficiales fueron una vil mentira. Fue el sexenio más sangriento y sanguinario de la historia de México. Hubo estados como Sinaloa que, en tan solo 8 días, registraron más de 30 asesinatos y más de 30 desapariciones forzadas. Militarizaron al país y pasarán a la historia como el sexenio con mayor número acumulado de homicidios dolosos desde que se tiene registro: más que Calderón, su sexenio del trauma. Las víctimas de extorsión aumentaron un 66%. De hecho, 32 de 40 delitos del fuero común se incrementaron en México durante el sexenio de López Obrador.
Y así, sistemáticamente, punto por punto, pudiéramos describir a la pasada administración como una de las más viles y cínicas. Dejó un país dolido.
Como oposición, sería bajísimo desear que a la administración federal entrante le vaya mal para capitalizar un mensaje, una postura o, bien, para presumir éxitos y logros. Hemos visto cómo han fallado y en qué puntos le han dejado a deber a millones de mexicanas y mexicanos que creyeron en Morena como opción política y que, dicho sea de paso, todos los días padecen directa o indirectamente las omisiones y negligencias de un gobierno que les falló.
La política social y clientelar será su brazo armado y es increíblemente difícil ganarle a eso. Pero bajo ninguna circunstancia una pensión alcanza para cubrir todos los demás aspectos que las personas necesitan. Ahí debe estar nuestra batalla: en que esto sea diferente, garantizando una visión integral y holística de las problemáticas más arraigadas y sensibles.
El futuro de México requiere de un compromiso colectivo, no solo de la nueva administración, sino de todos nosotros como ciudadanos. Necesitamos exigir rendición de cuentas y que las políticas públicas se diseñen con base en la realidad que viven las y los mexicanos, y no en las promesas vacías de campañas o movimientos electorales. Que la nueva presidenta no repita los errores del pasado.
Porque, al final del día, lo que le vaya bien a México nos beneficia a todas y todos.
Lic. Mario Sías Aguilera
Asesor Jurídico, Maestrante en Derecho Constitucional y Administrativo y Maestramente en Gobierno y Participación Ciudadana