Mucho se puede decir sobre el hermoso parque fronterizo en la ciudad más grande e importante del estado de Chihuahua. El Chamizal, ubicado en la antigua berma del río Bravo, es una zona de inundación donde el movimiento de las aguas ha dado lugar a la aparición de una vegetación particular, como el chamizo, nombre local de la famosa "rodadora" que aparece en tantas películas del viejo oeste.
Este lugar tiene un significado histórico por varias razones. Fue habitado por pueblos originarios y, más tarde, sirvió como moneda de cambio durante las guerras neo-coloniales entre Estados Unidos y México. Hoy, además de sufrir invasiones de grupos capitalistas, casas de cambio y tiendas transnacionales como Del Río (esos Oxxos del empresariado global), el Chamizal destaca por un hecho histórico: su declaración como zona de restauración ecológica por parte del gobierno federal.
Una vez más, la federación le da una lección a las autoridades locales, que, en toda la historia de Chihuahua, no han logrado declarar ni una sola área natural protegida a nivel estatal o municipal. Esto es un motivo de vergüenza por la clara falta de compromiso con la protección ambiental. Es aún más triste cuando se compara con las últimas áreas naturales protegidas declaradas, como Samalayuca o el Cerro Mohinora, grandes monumentos naturales. El Parque Chamizal, aunque una obra artificial, necesitaba protección y solo fue posible gracias a la intervención federal, lo que subraya la falta de voluntad política local.
Este escenario refleja la total ausencia de compromiso de las autoridades de la capital de Chihuahua para proteger sus cerros, ríos, presas y demás áreas naturales. A pesar de contar con el respaldo de tres consultas públicas realizadas desde 2022, donde más del 90% de la población —y en un caso, más del 99% (en la consulta para el Cerro del Caballo)— apoyó la protección de estos espacios, las autoridades han ignorado compromisos asumidos en audiencias públicas, exhortos del poder legislativo y las asesorías de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
La declaratoria del Chamizal como Zona de Restauración Ecológica es solo el primer paso hacia su futura protección como Área Natural Protegida. Este hecho debe entusiasmar a todos los defensores del medio ambiente y el territorio. Aunque aún falta proteger la Sierra de Juárez, un ecosistema de importancia transnacional, y el propio Río Bravo, que ha sido defendido con valentía por familias fronterizas, lo que ha ocurrido con el Chamizal representa un gran avance para la salud y el bienestar de las futuras generaciones.
Para la ciudad de Chihuahua, este logro debe ser un impulso. Desde hace más de 80 años no se ha declarado una sola área protegida en el municipio capital. La ciudadanía clama por acciones contundentes en beneficio de la captación de agua, la preservación de la flora y fauna silvestres, la mejora en la calidad del aire y el disfrute del paisaje. Todos estos servicios ambientales están siendo destruidos por la urbanización descontrolada, con fraccionamientos feos y megaproyectos que ignoran que la ciudad necesita agua para crecer, y que el agua necesita cerros para ser captada.
¿Será este el ejemplo que necesitaban las autoridades locales para reaccionar y proteger el Cerro Grande, el Cerro Coronel, el Arroyo de las Ánimas, la Mesa de los Caballos, el río Chuviscar y la Presa Chihuahua? ¿O seguirán indiferentes, enfocados únicamente en aumentar sus ganancias mientras la salud del medio ambiente y de la población continúa deteriorándose irreversiblemente?