Por Doctor Omar Bazán Flores
La ley del 2022, para prohibir la comida chatarra prácticamente ha quedado en el olvido por parte de las autoridades educativas, padres de familia y cooperativas escolares, pues según datos de la campaña, “Mi Escuela Saludable”, esta comida se sigue vendiendo.
No solo los estudios serios han referido que la aparición de alimentos chatarra, es alarmante y que los esfuerzos pre y post pandemia para quitar dicha alimentación y promover hábitos saludables, se han ido retirando paulatinamente, pues es posible ver todo tipo de comida chatarra en los centros escolares.
Datos obtenidos de la campaña Mi Escuela Saludable obtenidos en el ciclo escolar 2022-2023 muestran que en 97 por ciento de 9 mil 456 planteles públicos y privados del país aún se oferta este tipo de comestibles.
Dicho estudio ha sostenido la peligrosidad para la salud de los infantes, si se sigue promoviendo el cotidiano consumo de productos ultraprocesados.
Esto contrasta con la ley que ha ordenado a las cooperativas a fomentar estilos de vida saludable y esta responsabilidad también la deberán cumplir establecimientos de consumo escolar, comedores, y dueños de máquinas expendedoras y sus equivalentes.
Es preocupante porque pareciera que las Secretarías de Salud y de Educación, serán las autoridades encargadas de evaluar, no lo están haciendo.
Ante esto, es importante socializar que a las cooperativas escolares no son centros de comercialización, su principal objetivo no debe ser la ganancia económica porque están en un centro educativo. Una de las ideas es que las cooperativas y las tiendas se vuelvan un aula más, un espacio pedagógico sobre la alimentación y educación alimentaria.
Desde una óptica responsable, prohibir la venta de comestibles ultraprocesados tiene la intención de promover el consumo de alimentos naturales de la región y favorecer la cultura culinaria, tradicional y familiar con alimentos regionales.
La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), ha advertido riesgos a la salud los riesgos a la salud de los escolares del consumo de productos ultraprocesados y bebidas azucaradas durante un día de la jornada escolar en planteles de educación básica, así como el impacto de estos productos en el medio ambiente.
Toda vez, que el promedio de la generación de contaminantes en un día escolar es de 1 mil 711, concluyendo que por alumno se consumieron 550 calorías de comida chatarra, en esa misma jornada; más de la mitad de los residuos eran de botanas dulces y saladas, galletas y lácteos con azúcar añadida y bebidas azucaradas.
Los productos contenidos colorantes de los cuales se ha estudiado, están asociados a la hiperactividad y déficit de atención, y sustancias que se relacionan con la obesidad, la diabetes, hipertensión y el hígado graso.
De ahí que las escuelas deban proteger la salud, el bienestar y garantizar los derechos de las infancias, hoy más que nunca debemos sumarnos a la exigencia de planteles escolares 100 por ciento libres de basura y comida chatarra.
Es muy importante la alimentación saludable y reconocer el impacto de los hábitos alimentarios, así como el consumo responsable de productos nutritivos y de origen local, desde la infancia.
Así lo aborda la escritora, Caroline Myss, quien observa el cuerpo humano no como una máquina biológica, sino como una red informática en la que se insertan el espíritu, la materia y el poder o voluntad. Esta base de datos opera con las memorias que hemos introducido en ella.
Las enfermedades son el resultado de un proceso que comenzó en la infancia y que podemos modificar en algunos casos sólo con nuestra voluntad.
Un paso para lograr la reducción de alimentos chatarra, está en el rechazo de productos que vengan con demasiados empaques, envueltos en plásticos de diferentes tipos, pues esto aumenta la cantidad de residuos sólidos que generamos a diario.