La democracia no es algo perfecto, sino perfectible. En esta característica radica su importancia como modelo de gobernanza, uno que hasta la fecha ha sido el más eficaz para resolver diferencias sociales y políticas en los estados nacionales. En sus inicios, la democracia estaba reservada solo para hombres con propiedades; posteriormente, el voto universal abarcó a todos los hombres blancos; después, a todos los hombres; y más adelante, en 1953 en México, las mujeres lograron ejercer este derecho. Hoy, la transición democrática nos lleva hacia formas más abiertas de participación, como consultas, plebiscitos y referendos, herramientas diseñadas para conocer y respetar todas las voces de la sociedad.
En Chihuahua hemos visto algunos de estos procesos desplegarse para beneficio de la ciudadanía. Ejemplos destacados incluyen el primer plebiscito que logró frenar un proyecto de alumbrado público desfavorable, así como audiencias públicas enfocadas en la protección de espacios naturales emblemáticos, como el Cerro Grande Arewakawi. Asimismo, se han llevado a cabo consultas públicas en temas de gran trascendencia como la declaración de la Sierra Nombre de Dios como área natural protegida, una reforma ambiental ambiciosa en las leyes estatales, la implementación de la plataforma Centinela y las corridas de toros, entre otros.
Sin embargo, la Ley de Participación Ciudadana en Chihuahua, promovida como un avance vanguardista en políticas públicas, aún tiene figuras importantes que no se han hecho realidad. Entre ellas, las contralorías sociales, un mecanismo útil para vigilar a los sujetos obligados y programas que manejan recursos públicos; los referendos, una herramienta clave para que la sociedad civil proponga leyes y reformas; y, por supuesto, la revocación de mandato, uno de los temas más polémicos en el debate sobre la democracia y el Estado de derecho.
El caso de la revocación de mandato a nivel federal estuvo rodeado de desinformación. Aseveraciones tan absurdas como que "revocación" significaba "prolongación" del mandato inundaron el discurso público, ilustrando la falta de comprensión de conceptos democráticos fundamentales. En lugar de promover la abstención, se debería priorizar la participación. Si la oposición tuviera una verdadera vocación democrática, habría aprovechado aquella votación para medir su impacto y replantear su estrategia, en lugar de hundirse en su actual fracaso. Pero no, todos los partidos terminan siendo cómplices del oficialismo.
En Chihuahua, la propuesta de exigir un número aún mayor de firmas para activar la revocación de mandato revela un temor subyacente. Quienes impulsan esta reforma no piensan en el futuro; buscan evitar una posible ola de rechazo ciudadano. Esta falta de vocación democrática no solo resulta preocupante, sino que denota una torpeza política que solo genera más repudio hacia quienes la proponen.
Alejándonos del bullicio de una sociedad que a menudo distorsiona la realidad, es necesario reflexionar, como lo hace Walter Benjamin, sobre la historia y el tiempo. Contra las narrativas lineales que justifican la pasividad, Benjamin nos recuerda que el ángel de la historia, retratado por Klee, observa el pasado mientras es empujado hacia el futuro por un viento imparable, deseando detenerse para reparar el daño pero incapaz de hacerlo. Imaginemos ahora que ese ángel encuentra un espejo en medio del torbellino de destrucción llamado "progreso" y, al mirar hacia adelante, ve una predicción:
Aquellos que intenten limitar el derecho a la participación ciudadana reformando leyes aún no aplicadas serán inevitablemente rechazados por la ciudadanía. Sectores antes desunidos buscarán alianzas para enfrentar a estos políticos, y lo que estos pretenden prevenir —el descrédito, la crítica, la oposición— es exactamente lo que cosecharán al imponer sus reformas. La revocación de mandato será solicitada; las firmas, sean muchas o pocas, se reunirán. Y, sin importar el resultado de este proceso, la administración actual será recordada como la responsable de enterrar a los partidos de derecha, invictos hasta ahora en el estado, abriendo de par en par la puerta a sus opositores.
La democracia, como hemos dicho, es perfectible. Pero solo quienes entienden su esencia son capaces de avanzar hacia un perfeccionamiento real.