Habían pasado unas horas desde que se conoció la inesperada noticia de la detención del capo del narcotráfico Ismael “El Mayo” Zambada y del hijo de su antiguo socio Joaquín “El Chapo” Guzmán cuando otro suceso generó asombro en Sinaloa, en el noroeste de México.
Un ostentoso mausoleo familiar del capo Dámaso López Núñez, conocido como “El Licenciado” y quien fue el sucesor de El Chapo al frente del Cártel de Sinaloa, había sido profanado dos veces.
Los asaltantes primero irrumpieron en las criptas y se llevaron los cuerpos del padre y un hermano de López Núñez. Horas después volvieron con maquinaria pesada e hicieron pedazos las paredes y decoraciones del mausoleo ubicado en un paraje a unos 30 minutos de la ciudad de Culiacán.
La Fiscalía de Sinaloa y el Gobierno federal anunciaron que investigarían lo ocurrido. Pero en el estado cuna del poderoso Cártel mundial de las drogas, este tipo de actos se han visto en el pasado cuando hay pugnas entre narcotraficantes de menor nivel.
El que haya sido objetivo uno de los exjefes del Cártel de Sinaloa, sin embargo, resultaba asombroso. De hecho “sicarios se habían negado a profanar la tumba”, señala a BBC Mundo el analista e investigador del crimen organizado Juan Alberto Cedillo, citando a fuentes del Cártel de Sinaloa.
Y que ocurriese poco después de la detención de “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López generó la sospecha de que se trata de un episodio más de las rivalidades entre facciones del Cártel de Sinaloa.
El Gobierno de Estados Unidos no ha revelado detalles sobre cómo los dos hombres fueron aprehendidos en un aeropuerto fronterizo de Texas.
La Presidencia de México reveló esta semana que hubo “un acuerdo” de los Guzmán con la justicia de Estados Unidos para la entrega del hijo de “El Chapo”, pero que no era esperada la llegada de “El Mayo”.
Rodrigo Peña, un investigador del Colegio de México, advierte que la posibilidad de que Zambada García hubiera sido entregado implicaría “un resquebrajamiento desde el epicentro de la organización”.
“Si eso es cierto implicaría una ruptura histórica”, señala el experto, subrayando que aún debe comprobarse.
Luis Chaparro, un periodista de investigación experto en el narco, señala que este “último embate” puede tener un efecto serio: “Yo creo que quedarán facciones familiares que son ya células relativamente pequeñas. No quiero decir que no son poderosas, ni que no tienen poder de acción y reacción, pero como el Cártel internacional que ha sido, el de Sinaloa no va a sobrevivir”, le dice a BBC Mundo.
Lo que se ha hecho cada vez más evidente, afirman los analistas, es la disputa en el seno de la organización.
ORIGEN DE LAS FRACCIONES
La fundación del Cártel de Sinaloa como una organización transfronteriza dedicada al tráfico de drogas se dio a principios de la década de 1990. Fue una vertiente del Cártel de Guadalajara, considerada la primera organización de narcotráfico a gran escala en México.
En sus inicios Héctor “El Güero” Palma Salazar encabezó el grupo de Sinaloa junto a Joaquín “El Chapo” Guzmán, un temido jefe de sicarios.
Pero la organización comenzó a tomar más y más relevancia cuando se sumaron Ismael “El Mayo” Zambada García, Juan José “El Azul” Esparragoza e Ignacio “Nacho” Coronel Villarreal, entre otros.
Con su gran conocimiento del terreno en el noroeste de México, en especial del denominado Triángulo Dorado de los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, comenzaron a construir las principales rutas del tráfico de drogas desde Sudamérica hacia Estados Unidos, así como la infraestructura de producción local de drogas como la marihuana y la heroína.
Pero, a diferencia de otras organizaciones del narco que se formaron verticalmente, con una cabeza predominante, en el Cártel de Sinaloa construyeron una alianza entre grupos o facciones que estaba sellada por enlaces matrimoniales y de compadrazgos entre sus líderes y subalternos.
“Una característica del grupo es que es familista, que la familia es un referente de importancia. Y eso permitió la existencia de los subgrupos que en realidad también terminan haciendo una distribución territorial, no solo del espacio, sino de las rutas”, explica Rodrigo Peña, quien es parte del seminario Violencia y Paz del Colegio de México.
Zambada García y Guzmán Loera, los dos principales cofundadores de la organización, son compadres por el bautizo de sus hijos.
“El Chapo” está casado con una sobrina de “Nacho” Coronel, Emma Coronel. A su vez, una hija de Guzmán Loera se casó con un hijo de “El Mayo”.
Los hermanos de apellido Beltrán Leyva, otra facción surgida en la década de los 2000, son primos de Guzmán Loera. Son distintas las relaciones y muchos los parentescos.
Los analistas explican que bajo esta lógica de familias, las facciones no se dividen en funciones, sino que comparten recursos. Y uno de los principales objetivos es el control de rutas del tráfico de droga desde Sudamérica, Centroamérica y el interior de México hacia Estados Unidos y otras partes del mundo.
“Las rutas fundamentalmente vienen de Colombia y la región andina”, dice Peña. Pero también controlan puertos, aeropuertos, carreteras, aduanas “y hacerlo con esta característica familiar del grupo ha permitido que fuera desarrollándose de manera más organizativa”.
Esto ayudó a que, desde finales de la década de 1990 y comienzos de los 2000, el Cártel de Sinaloa se impusiera como la principal organización del narco por su capacidad y eficacia.
“Era un dominio relativamente tranquilo, no había violencia”, señala Peña.
Con los años, fueron incorporando nuevos grupos que realizan funciones diversas para las familias para diversificar recursos.
“Tienen su división logística, de ejército de sicarios, de informantes, divisiones de contadores, de movimiento de droga”, explica Cedillo. “Muchas cosas las subcontratan”.
Mantuvieron una cierta estabilidad durante casi dos décadas, pero una de las facciones causó una de las primeras grandes divisiones hace una década.
La “guerra contra las drogas” que lanzó el gobierno de México a partir de 2007 provocó un resquebrajamiento de los grandes Cárteles.
Esas organizaciones no solo empezaron a combatir entre ellas por el control del tráfico de drogas y contra las fuerzas federales que los perseguían, sino también lidiaban con conflictos en su interior.
En el caso del Cártel de Sinaloa, un enfrentamiento cuyas repercusiones llegan hasta nuestros días fue la separación del grupo de los hermanos Arturo, Alfredo, Carlos y Héctor Beltrán Leyva.
Un momento clave fue cuando los hermanos responsabilizaron a la facción de “El Chapo” del arresto en 2008 de Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”, lo que resultó en una gran escisión en el Cártel de Sinaloa y el comienzo de una lucha violenta.
Una de las víctimas mortales de la lucha fue Édgar Guzmán Beltrán, un hijo de “El Chapo”, quien consideró esto imperdonable.
“Fue una batalla que dejó muchos muertos, dejó muchos detenidos y lastimó mucho al Cártel de Sinaloa”, dice Chaparro. Hubo enfrentamientos que generaron masacres notables, como la del municipio de Concordia, Sinaloa, en 2012.
Cedillo señala que lo ocurrido con los Beltrán Leyva es una muestra de cómo las amenazas para los Cárteles de la droga no siempre viene de otros grupos rivales o de las fuerzas gubernamentales, sino de quienes buscan una mejor posición en el seno de los grupos criminales.
“En estas organizaciones, como en todas, siempre está la idea de que quien está abajo quiere subir”, explica Cedillo. “Si uno se mueve por su cuenta, se empieza a ver como traidor. Los Beltrán Leyva empiezan a moverse por su cuenta, se alían con Los Zetas y así empezó la gran división”, explica.
Los hermanos formaron el Cártel de los Beltrán Leyva. Pero en el interior del Cártel de Sinaloa, las viejas alianzas comenzaron también a ponerse en duda.
Guzmán Loera logró fugarse de dos prisiones federales de México, en ambos casos siendo clave Dámaso “El Licenciado” López.
La primera ocurrió en el penal de Puente Grande, en 2001, cárcel donde “El Licenciado” fue funcionario hasta un par de meses antes de la fuga. A partir de ese momento se convirtió en mano derecha de “El Chapo”.
La otra fuga, aún más sorpresiva, ocurrió en 2015 en la prisión de máxima seguridad de El Altiplano. A través de un túnel construido meticulosamente desde el exterior hasta su celda, “El Chapo” escapó durante la noche. Su compadre “El Licenciado” volvió a ser clave.
Pero luego de su recaptura en 2016, Guzmán Loera fue casi de inmediato extraditado a Estados Unidos, donde fue llevado a juicio.
Los hijos de “El Chapo” –Ovidio, Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín– comenzaron a cobrar relevancia como la facción de Los Chapitos y buscaban tomar el control de las operaciones de su padre.
Pero éstas las habían asumido “El Licenciado” y sus aliados, que incluían a su hijo, Dámaso “Mini Lic” López Serrano. Entonces empezó una dura disputa con enfrentamientos en el terreno, pero también en las narrativas del narco difundidas en internet.
En 2017, “El Licenciado” fue detenido en Ciudad de México durante una reunión con un supuesto hacker que les ayudaría a combatir a Los Chapitos en línea, según informaron autoridades en ese entonces.
Fue extraditado a Estados Unidos, donde acordó colaborar con la justicia de ese país. Poco después, “el Mini Lic” López Serrano también se convirtió en testigo protegido en Estados Unidos para la lucha contra el grupo de Los Chapitos.
Luego de ser extraditado, entre los testigos que hablaron en contra de Joaquín “El Chapo” Guzmán en su juicio en Estados Unidos estaban Vicente Zambada Niebla, un hijo de su compadre “El Mayo”, así como Jesús Reynaldo “El Rey” Zambada García, hermano del cofundador del Cártel de Sinaloa.
También testificó “El Licenciado” Dámaso López, que reveló cómo lo ayudó a escapar de prisión en 2015. Estas declaraciones fueron clave para la condena a cadena perpetua del capo.
Y como era de esperar, no fueron bien vistas en el interior del Cártel de Sinaloa. “Se siente que es una traición”, dice Cedillo.
A pesar de esto, en el seno del Cártel de Sinaloa esta situación no llevó a una nueva disputa entre las facciones de los Zambada y los Guzmán.
“Ahí se vuelve nebulosa la historia porque no tenemos claridad de los porqués”, dice Peña. “Hay una parte que no alcanzamos a ver, que es el nivel de los acuerdos”.
Según la experiencia de Chaparro y Cedillo en el seguimiento de decenas de juicios de narcotraficantes en Estados Unidos, la lealtad entre capos no suele implicar un silencio a toda costa.
En realidad, dicen, los narcotraficantes aprovechan cada oportunidad para hacer acuerdos de colaboración con la justicia de ese país. Y eso lo saben a ambos lados de la frontera.
“Zambada Niebla ‘Vicentillo’ ha testificado en contra de la propia facción de su padre, Ismael Zambada García”, explica Chaparro.
La detención de Ismael Zambada García y Joaquín Guzmán López, el 25 de julio, dejó muchas preguntas y pocas respuestas. Ambos fueron aprehendidos sin resistencia al aterrizar en una aeronave privada en un aeropuerto a las afueras de la ciudad fronteriza de El Paso, en Texas.
El origen del vuelo es desconocido hasta ahora. No se sabe por qué viajaron ambos.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos y la Administración para el Control de Drogas de ese país (DEA) se limitaron a informar de que tenían bajo custodia a Zambada y Guzmán, pero no dieron detalles de bajo qué términos ni circunstancias.
El Gobierno de México asegura que no fue informado con antelación de una posible operación de captura y que las fuerzas de seguridad del país no intervinieron en este golpe.
Luego de varios días sin novedades, en una conferencia de prensa el presidente López Obrador y la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, revelaron el martes pasado que hubo un acuerdo entre las autoridades de Estados Unidos y los hermanos Ovidio y Joaquín Guzmán López para que este último se entregara.
Lo inesperado, según la versión de las autoridades mexicanas, fue que hubiese llegado en el mismo vuelo “El Mayo” Zambada.
Medios de comunicación y periodistas, incluido Chaparro, dicen que el capo también estaba en conversaciones con Estados Unidos y que llegó bajo un acuerdo.
Otra versión, que sostiene Cedillo citando a sus propias fuentes, es que fue traicionado y llevado por la fuerza a Estados Unidos.
La confusión que ha generado el caso hace imprevisible todavía cómo será tomado lo sucedido en el seno del Cártel de Sinaloa.
Pero los analistas advierten que la situación tiene el potencial de fractura, una que ponga en riesgo la viabilidad misma de la organización como es conocida hasta ahora.
Peña dice que falta que estas versiones sean confirmadas, pero el que “El Mayo” Zambada hubiese sido traicionado y entregado por el grupo de Los Chapitos implicaría “una ruptura histórica”.
Chaparro cree que esta situación generará disputas y violencia, “pero no relacionada a la detención de estos personajes”.
“Yo creo que va a estar más relacionada con el vacío de poder que queda en Sinaloa y con las acciones desesperadas de los pocos que van a quedar sosteniendo”, afirma el experto.
Cedillo, que también considera esto como un potencial quebrantamiento, recuerda que muchas veces la violencia se da en lugares donde no genera titulares de noticias. Se da una “violencia quirúrgica” y muchas veces no es inmediata.
“Pueden pasar semanas o meses en que se crea que ya pasó y de repente ¡pum! Los narcos siempre esperan los momentos”, afirma el investigador.
Hasta ahora no ha habido enfrentamientos en las principales ciudades de Sinaloa, estado en el que el Gobierno federal desplegó cientos de efectivos federales tras la captura de los capos.
“Nosotros tenemos que cuidar, sobre todo, la vida de los mexicanos, de todos los mexicanos, de todos. Entonces, no queremos especular, si no vamos a actuar a partir de la información”, dijo López Obrador.
La cautela con la que ha tratado el tema el presidente, mayor a la que suele tener, dio una dimensión de lo delicado que son estos momentos para la seguridad pública del país.
Esta información fue publicada por BBC Mundo. Para ver la publicación original presionar aquí.