Hace años que caminé por primera vez por el Cerro del Caballo. El aire limpio, los hermosos paisajes, las hendiduras de las cárcavas de los arroyos, las flores, los cantos de las aves, todo eso quedó grabado en mi mente y en mi memoria. Desde entonces vuelvo seguido a recorrer los senderos del área natural. Ahora conozco los nombres de las plantas y de los animales, ahora entiendo la importancia de esa belleza, pero tristemente, ahora lo veo siendo destruido.
El paisaje, según el reglamento de desarrollo urbano sustentable, está conformado por cerros, ríos y arroyos, y es un recurso y patrimonio cultural de la población. Eso al menos en la teoría. en la práctica, el paisaje es visto como una mercancía de consumo, como un elemento desechable que puede ser explotado por el mejor postor sin consecuencias algunas. En los hechos, el valor paisajístico de la ciudad no llega a ser ni siquiera un adorno.
Pero no olvidemos que vivimos en el mundo de las apariencias, y que es nuestro deber cuestionar los sentidos comunes y prenociones que nos impiden generar un criterio propio, como es la enseñanza implícita de que en el semi-desierto chihuahuense no hay valor algún que valga la pena conservar, cuando habitamos un lugar hermoso, y esta belleza no proviene de una simple "forma", "figura" o "imagen", sino que es reflejo de su importancia, como cuando la utilidad y la estética se unen.
De esa forma, las laderas inclinadas, los cañones, relices, barrancas, los cauces de agua, las formaciones rocosas, todo responde a los procesos de los ciclos naturales que sostienen nuestras vidas, como por ejemplo, la captación de agua de lluvia, la purificación del aire que respiramos, la protección ante fenómenos meteorológicos y mucho más, ya que no son solo los elementos materiales básicos los que conforman nuestras vidas, sino también los pequeños detalles que le dan sentido a nuestra existencia.
El paisaje nos brinda tranquilidad y calma, es un punto donde nuestra mente y visión se relajan, por eso es tan preciado al punto en que se construyen fraccionamientos en áreas naturales con un gancho: el bello paisaje de la zona. Pero no solamente es un adorno visual, sino que constituye un valor de nuestra identidad que puede ser considerado como un servicio espiritual al bienestar de la población, ya que en la mirada se une el pasado, el presente y el futuro y se forma un sentido de responsabilidad histórica: es importante que las futuras generaciones disfruten de esta belleza, pensamos quienes amamos Chihuahua.
Por el contrario, el paisaje del espíritu de quienes lucran con la destrucción del territorio, apodados "matacerros", se basa únicamente en el lucro, en la acumulación económica y en la ganancia privada, por eso prefiere el color gris y las texturas uniformes del hormigón, no aporta tranquilidad ni tiene otro interés que no sea el de la ambición. Por desgracia, este se ha vuelto el ideal de muchas personas en esta sociedad enferma, el paisaje es desolador, pero estoy convencido de que no es definitivo.
He escuchado en cada vez más personas la idea de que es necesario cuidar el paisaje, de que no se vale que las casas privadas obstruyan la vista que es pública, y además mencionan ejemplos de como en otras ciudades del mundo, en otros territorios, las montañas son vistas con admiración y respeto y que cuando esas personas de otras partes visitan Chihuahua, se enamoran de nuestros cerros por su belleza. Todo esto nos da esperanza y es un motivo de reflexión, ya que muchas veces tienen que venir personas de otras partes del mundo a valorar lo que nos pertenece para que podamos darnos cuenta.
Por último, a manera de conclusión, quiero recordar que ya se han realizado múltiples manifestaciones, denuncias, reuniones de trabajo e iniciativas para la protección del Cerro del Caballo, como lo es la próxima consulta pública municipal que todavía no se ha convocado pero que ya fue aprobado. Con todas estas herramientas la ciudadanía tenemos oportunidad de participar y señalarle a las autoridades qué queremos un paisaje con alma, con respeto, con amor a Chihuahua.