¿Recuerdas la taquimecanografía? Este arte, que combina la taquigrafía y la mecanografía, fue un pilar fundamental en la educación secundaria y en la formación profesional de secretarias durante gran parte del siglo XX en México.
Este arte se originó a partir del desarrollo de la taquigrafía, una técnica que se basaba en símbolos que permitía escribir rápido y conciso. De este modo la gente podía ser capaz de transcribir discursos a la misma velocidad en la que se hablaba.
Posteriormente, la taquigrafía se combinaría con la mecanografía, en la que se hace uso de la máquina de escribir como herramienta para poder hacer trascripciones. Con ello surgió la taquimecanografía.
Aunque ya no se usa más, hace 40 años era esencial en las carreras técnicas y comerciales. Echemos un vistazo al pasado para rememorar esta gran técnica.
En México se empezó a enseñar la taquigrafía en 1903. Aunque en un principio los hombres eran quienes aprendían esta habilidad, después de ese año se creó la Escuela Oficial Primaria Superior con Sección de Comercio «Miguel Lerdo de Tejada».
Esta institución fue inaugurada por el presidente Porfirio Díaz, y con el paso del tiempo se admitió a las mujeres para empezar a profesionalizarse.
Esta apertura marcó un hito importante en la inclusión de las mujeres en el ámbito profesional de la taquigrafía, una asignatura que hoy se esfumó de los talleres en las secundarias.
La taquigrafía no solo era una habilidad apreciada, sino que también jugó un papel crucial en eventos históricos significativos.
Durante la redacción de la Constitución Mexicana propuesta por Venustiano Carranza, en el Congreso Constituyente de 1917, se contó con un grupo de taquígrafos para tomar nota de las sesiones.
Por otro lado, Francisco I. Madero, líder revolucionario y presidente de México, también dependía de un taquígrafo, Elías de los Ríos, para documentar sus discursos.
Con el paso del tiempo la taquimecanografía se volvió crucial para la redacción de documentos en diversas áreas. De ahí que la enseñanza de esta técnica se comenzó a impartir en los talleres de las secundarias técnicas del país.
Durante su apogeo, la taquimecanografía no solo se enseñaba en las escuelas secundarias sino también en academias especializadas.
Era una de las carreras más demandadas, especialmente para mujeres que buscaban una formación técnica que les permitiera trabajar como secretarias en oficinas y empresas.
Por ello, el sonido característico de las teclas golpeando el papel y el chasquido del carro de retorno son recuerdos imborrables para quienes estudiaron taquimecanografía.
Las máquinas de escribir eran herramientas indispensables no solo en oficinas, sino también en el ámbito de la literatura, el periodismo y el teatro.
En México, era común ver a estudiantes de secundaria con sus máquinas, cubre teclados y manuales, aprendiendo a escribir a ciegas y perfeccionando su velocidad y precisión.
Sin embargo, la llegada de las computadoras a finales del siglo XX marcó el inicio del declive de la taquimecanografía.
Las máquinas de escribir comenzaron a ser reemplazadas por procesadores de texto, que ofrecían una mayor eficiencia y funcionalidades como el autocorrector.
La taquimecanografía fue una disciplina esencial en la educación y la vida profesional de muchas personas en México durante el siglo XX.
Y así es, como a pesar de su obsolescencia, la taquimecanografía y las máquinas de escribir siguen siendo apreciadas como piezas históricas.
Por Víctor Hugo Estala Banda.