Desde el empresariado chihuahuense se han manifestado signos de inconformidad con organismos de iniciativa privada a nivel nacional, pues de acuerdo con el presidente de Coparmex Chihuahua, Salvador Carrejo, actualmente ven con tristeza y vergüenza a algunas de las cúpulas empresariales nacionales, que lejos de representar al sector y expresar sus verdaderas preocupaciones, hoy se desvían por agradar al poder, según su artículo de opinión “Colaboración sin claudicación”, que se reproduce a continuación.
México se encuentra hoy ante una nueva realidad política. El resultado de la elección del 2 de junio marca la consolidación de un régimen que, si bien ha llegado por las vías democráticas, también es cierto que ha hecho múltiples intentos por desmantelar las instituciones que garantizan que sigamos viviendo en una democracia.
Aún falta mucha reflexión para entender el comportamiento del electorado, que le dio todo el poder a una opción política que, en los hechos, en los datos duros, ha tenido un muy mal desempeño en el ejercicio del gobierno, sin embargo, ha demostrado una eficacia impresionante en el logro de sus objetivos político-electorales.
Dentro de las muchas aristas a reflexionar, destaca la relación del sector productivo con el nuevo Gobierno Federal y los nuevos integrantes del Congreso de la Unión.
Cierto es, que, por el bien de todos, debe de existir colaboración y trabajo en conjunto, de manera tal aumenten las oportunidades para crear y distribuir riqueza.
También es de demócratas reconocer a las nuevas (futuras) autoridades, tender puentes de comunicación y colaboración, así como desearles genuinamente el mejor de los éxitos en su gestión, pues si les va bien, le irá bien a México.
Sin embargo, lo anterior dicho dista mucho de algunas actitudes de líderes empresariales nacionales, que más que una actitud demócrata, la podemos calificar de vergonzosamente abyecta y servil.
Yo me pregunto si será muy difícil expresar colaboración y buenos deseos, pero al mismo tiempo matizar con las preocupaciones que tenemos y los riesgos a los que nos enfrentaremos de continuar o profundizar en las políticas del Gobierno que está por concluir.
Venimos de un Gobierno claramente anti empresarial, que hostigó y denostó al sector cada vez que pudo, y cuyas políticas han mermado las capacidades productivas de nuestro país. De manera increíble, pareciera que no se entiende que el dinero que el Gobierno administra y distribuye, proviene de los impuestos que pagan las empresas, que pagan sus accionistas y que pagan los colaboradores que trabajan en las empresas.
¿Será muy difícil para los liderazgos empresariales nacionales, expresar la necesidad de cambiar esa política y, por el contrario, impulsar incentivos para que las empresas crezcan, puedan ser más productivas y competitivas, por el bien del propio Gobierno y de los mexicanos?
No se trata de articular un discurso beligerante, ni enfrascarse en una batalla ideológica sin sentido que no nos lleve a ninguna parte. Se trata de colaborar, sin claudicar a las creencias fundamentales de la libre empresa, la democracia, el Estado de Derecho, entre otras.
Lamentablemente, hoy lo que vemos son a grandes empresarios nacionales que, con tal de defender SUS propios intereses, no les importa lo que pase en con el resto del País.
Vemos con tristeza y vergüenza a algunas de las cúpulas empresariales nacionales, que lejos de representar al sector y expresar sus verdaderas preocupaciones, hoy se desviven por agradar al poder.
Los retos por delante para el sector empresarial son entre algunos otros: Fortalecer la unión y coordinación del sector local y regionalmente (ya que a nivel nacional no hay una justa representación), La adaptación a las nuevas condiciones políticas, fortalecer su compromiso con la responsabilidad social, cultivar la participación política y ciudadana, la defensa legal y jurídica de las instituciones sin romper relaciones y cooperación con el Gobierno y prepararse para escenarios adversos.
Hoy los electores quizás sin saberlo, le han dado toda la posibilidad a este régimen de eliminar los contrapesos. El sector empresarial no le puede fallar a México en esta tarea.