WASHINGTON (AP).- En campaña electoral, al presidente Joe Biden le gusta golpear duro a las empresas estadounidenses. El demócrata dice a los votantes que las empresas deberían pagar más impuestos y culpa a muchas compañías por el aumento en los precios.
Pero en los últimos meses, altos funcionarios del gobierno también han contactado más los directores generales y otros líderes corporativos para preguntarles qué necesitan. El esfuerzo invade el terreno de la comunidad empresarial que el expresidente Donald Trump, virtual candidato republicano, considera su territorio.
Ambos aspirantes quieren transmitir a los votantes de cara a noviembre el mensaje de que pueden trabajar con los empleadores, incluso si el electorado ferozmente dividido ha hecho que muchas empresas estén recelosas de tomar partido político públicamente.
El discurso de venta del equipo de Biden a los líderes empresariales es más o menos así: Creemos que la economía va bien, pero queremos escuchar de ustedes cómo podemos impulsar la inversión.
“Saben que siempre serán escuchados”, dijo Lael Brainard, directora del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca. “Somos pragmáticos. Les solucionamos problemas”.
El jueves, Trump presentará su caso ante la Mesa Redonda Empresarial, una asociación de más de 200 jefes de empresas, sobre por qué la economía sería mejor si él regresara a la Oficina Oval. Biden también fue invitado a asistir, pero estará en Italia para la cumbre de líderes mundiales del Grupo de los Siete. El jefe de despacho de la Casa Blanca, Jeff Zients, quien anteriormente fue CEO, asistirá en su lugar y presentará la visión del presidente al grupo.
Biden lleva mucho tiempo tratando de equilibrar los intereses de las empresas y de los trabajadores, y ha moderado sus críticas a las empresas al señalar que, como exsenador de Delaware, proviene de la “capital corporativa del mundo”.
Trump, por su parte, realzó su reputación como promotor inmobiliario multimillonario y ha comercializado de todo, desde cursos educativos hasta filetes y corbatas, además de que su homónimo Trump Media & Technology Group cotiza en el mercado de valores.
Después de recortar los impuestos corporativos durante su mandato y prometer reducir las regulaciones, Trump ha conseguido el apoyo de multimillonarios de Wall Street como Stephen Schwarzman, quien lo llamó un “voto por el cambio”.
El Washington Post informó que Trump ha pedido a los ejecutivos de la industria petrolera que le ayuden a financiar su campaña, dadas las ganancias que su gobierno les produciría, un informe que la campaña de Trump dijo que era falso.
Trump ha descrito la economía estadounidense como horrible a pesar de la baja tasa de desempleo del 4% y el crecimiento de las acciones bursátiles este año. Su argumento resuena en gran medida entre los votantes debido al aumento de la inflación en 2022, que ha dejado a muchos adultos pesimistas sobre la economía.
Karoline Leavitt, portavoz de la campaña de Trump, dijo que “tanto los líderes empresariales como las familias trabajadoras están ansiosos por el regreso de estas políticas de sentido común”, como los recortes de impuestos, la desregulación y el aumento de la producción de petróleo y gas natural.
Los principales asesores de Biden escucharon una visión sobre la economía diferente a la que Trump impulsa. Los funcionarios del gobierno dicen que los CEO con los que se han reunido están en general satisfechos con el desempeño del mercado de valores y de la economía en general, ya que la inflación ha disminuido sin la recesión que algunos temían.
Los líderes empresariales estadounidenses, según el equipo de Biden, buscan maneras de sostener el crecimiento: no hay suficientes trabajadores calificados para cubrir los puestos de trabajo disponibles, es necesario simplificar los permisos gubernamentales, y en general están de acuerdo con el impulso del gobierno para renovar una exención fiscal corporativa para gastos de investigación y desarrollo.
Varios funcionarios del gobierno de Biden dijeron que los líderes empresariales también expresaron preocupaciones sobre Trump, a pesar de que las discusiones entre la Casa Blanca y los CEO no han sido específicamente sobre las elecciones de noviembre. Los aumentos de aranceles defendidos por Trump podrían afectar las relaciones con socios comerciales y perjudicar los ingresos corporativos.
Los precios de las acciones y los bonos podrían caer si Trump intenta imponer control sobre agencias políticamente independientes como la Reserva Federal, o socava el estado de derecho que ha sido la piedra angular del capitalismo estadounidense.
El mayor acercamiento por parte del equipo de Biden se produjo a petición de Zients. El jefe de despacho de la Casa Blanca reunió a otros seis altos funcionarios en una cena en febrero con el objetivo de implementar una estrategia para hablar más con los CEO y sus predecesores.
Cada funcionario acordó hablar con 10 directores generales. Para finales de abril, los miembros del grupo habían conversado con más de 100. El contacto llevó a que Biden se reuniera con ocho CEO en mayo, incluidos los de United Airlines, Marriott, Xerox, Corning y Citigroup.
Wally Adeyemo, subsecretario del Tesoro, dijo que salió de las conversaciones más plenamente consciente de cómo se superponen los temas. Las políticas de energía renovable del gobierno fueron esenciales para construir los centros de datos utilizados para la inteligencia artificial, por ejemplo.
Adeyemo dijo que el gobierno ha tenido cierto éxito en disminuir el papeleo federal necesario para obtener permisos, lo que ha reducido los tiempos de procesamiento que podían prolongarse por dos años. Y dado que algunos programas de fuerza laboral pierden fondos vinculados a la ayuda federal de la época de la pandemia, el gobierno explora si las empresas pueden hacerse cargo del financiamiento. Hay un argumento que el gobierno esgrime de que sus planes son mejores para el crecimiento general, lo que a largo plazo es bueno para las ganancias.
“Una de las cosas que no hacemos es pretender que estaremos de acuerdo con la comunidad empresarial en todo”, dijo Adeyemo. “Queremos retroalimentación y continuaremos hablando con ustedes”.
En la reunión de Biden, personas familiarizadas con las conversaciones dijeron que Brendan Bechtel, CEO de Bechtel Group, una importante empresa de construcción, destacó la escasez de trabajadores calificados. Como las empresas no pueden contratar a todas las personas que necesitan, algunas tienen que renunciar a negocios y eso limita sus ingresos.
Las cifras del Departamento de Trabajo muestran que en este momento hay aproximadamente 1,5 millones más vacantes que personas buscando empleo. Y como las vacantes no se han cubierto en el último año, las compañías han reducido sus publicaciones. Las empresas manufactureras, por ejemplo, tienen 516.000 puestos de trabajo abiertos, frente a los 647.000 de hace un año.
La escasez refleja tanto el fuerte mercado laboral como décadas de políticas educativas que favorecieron a las universidades, y a menudo descuidaron la necesidad de trabajadores de oficio como electricistas, plomeros y soldadores. El porcentaje de hombres de entre 25 y 54 años en la fuerza laboral ha caído durante décadas, y revertir esa tendencia podría hacer que millones de personas regresen al mercado laboral.
“En Estados Unidos, adoptamos una mentalidad de ‘todos a la universidad’, y otras formas de desarrollo de habilidades fueron degradadas”, dijo Harry Holzer, economista de la Universidad de Georgetown.
Gina Raimondo, secretaria de Comercio, ha convertido en prioridad el atraer a más mujeres a la construcción, y el éxito de la financiación de su departamento de los esfuerzos para reactivar la manufactura nacional de chips de computadora podría depender de tener una gran reserva de trabajadores capacitados. Dijo que la solución del problema depende de mayores alianzas con las empresas que contratan.
“Hay que empezar con los empleadores, lo cual puede no parecer intuitivo”, dijo Raimondo. “Vas a la empresa y averiguas a quién van a contratar, con qué salario y con qué habilidades”.
Raimondo consideró el problema en términos económicos, ya que el crecimiento sería más lento si las empresas carecieran de trabajadores calificados. Pero también lo ve como una cuestión cultural y política. Los votantes deben sentirse optimistas de que tienen rutas hacia la clase media, una de las promesas que hizo Biden mientras busca un segundo mandato.
“La gente empieza a perder la esperanza cuando siente que no hay lugar para ellos en la economía”, señaló Raimondo.
Con información de Proceso.