Tras los primeros resultados de las elecciones de 2024, es evidente que existe una clara ganadora. Con 36 millones de votos, Claudia Sheinbaum se convierte en la primera presidenta de México, un hito histórico que rompe techos en las luchas sociales de las mujeres. Sin embargo, más allá de este resultado, es crucial realizar una reflexión profunda sobre las causas que llevaron a esta situación y las lecciones que podemos aprender de ella.
La incapacidad de la oposición para conectar con la sociedad durante los últimos seis años es un tema que merece atención. A pesar de los errores del gobierno saliente de Andrés Manuel López Obrador, la oposición no logró capitalizar estas situaciones para ganar apoyo popular. Los números hablan por sí solos: 50 millones de mexicanos sin servicio médico debido a la desaparición del Seguro Popular, un crecimiento económico promedio del 0.8% del PIB, y un índice de desarrollo humano que ha caído al puesto 86 desde el 74. Además, la alarmante cifra de 171,085 asesinatos, incluyendo 4,892 feminicidios, refleja la gravedad de la situación en términos de seguridad y derechos humanos que hoy vivimos.
Es evidente que los partidos políticos en México enfrentan una crisis interna. La democracia puede estar en peligro cuando hay una concentración de poder en una sola persona, lo cual no es ideal en el ejercicio de un estado de derecho. Los partidos deben renovarse y reconectar con las necesidades de la sociedad para recuperar la confianza ciudadana.
La democracia es un proceso dinámico que requiere la participación activa de todos los sectores de la sociedad. Es alentador ver a tantos ciudadanos comprometidos con el futuro de su país al acudir a las urnas y expresar su voz. Sin embargo, la verdadera prueba de la democracia radica en la capacidad del gobierno electo para abordar las necesidades y preocupaciones de todos los ciudadanos, especialmente aquellos que históricamente han sido marginados o excluidos.
Existen preocupaciones legítimas sobre la concentración de poder en manos de una sola coalición política. La democracia se fortalece con un equilibrio de poderes y una verdadera separación entre el ejecutivo, legislativo y judicial. Este equilibrio es esencial para evitar abusos de poder y garantizar una gobernanza justa y efectiva.
En cuanto a los desafíos económicos y sociales, se requieren soluciones innovadoras y colaborativas. El crecimiento económico sostenible debe ir de la mano con políticas que reduzcan la desigualdad y promuevan la inclusión social. La atención a la salud y la educación son pilares fundamentales para el desarrollo humano y el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Más allá de los desafíos políticos y económicos, el mayor reto que enfrentamos como sociedad es evitar la polarización y el odio. Debemos trabajar juntos desde todas las trincheras para encontrar soluciones que beneficien a todos. La participación ciudadana informada y la promoción de un diálogo constructivo son fundamentales para construir un futuro más justo y próspero para México.
Para abonar al tema, considero preciso recordar las palabras de un expresidente que alertaba sobre los peligros de los movimientos populistas que amenazan las instituciones democráticas, de tranparencia y de todo órgano autónomo que pudiese estar en contra de esta narrrativa populista. No permitamos que la retórica divisiva y populista socave nuestra democracia. Unidos y comprometidos, podemos superar los desafíos y construir un país mejor para todos.