Con la concentración de la Marea Rosa y el debate de ayer, últimos de esta contienda presidencial, la política mexicana ha comenzado a mostrar sus cartas finales en una competencia que definirá el rumbo del país durante los siguientes seis años. Entre los protagonistas de este escenario, Jorge Álvarez Máynez emerge como el gran ganador por su capacidad de articular y capitalizar los que parecían precarios recursos con los que contaba. Su crecimiento en las encuestas y el formato de su discurso, centrado en la clara comprensión de los temas sociales más candentes en el contexto actual del país, lo sitúan como un contendiente real por el segundo lugar, cuando muchos creíamos que no iba a aparecer como una figura política relevante.
En contraste, Xóchitl Gálvez quedó expuesta durante toda la campaña en su incompetencia e ilegitimidad como representante popular, mientras Claudia Sheinbaum consolidó su posición con el respaldo del presidente más popular de la historia de México y su propia sólida trayectoria política, que la ubican como la indiscutible futura presidenta de nuestro país.
Álvarez Máynez: El Nuevo Protagonista
Jorge Álvarez Máynez, candidato del partido Movimiento Ciudadano, ha demostrado ser un contendiente consistente. Su crecimiento, casi al doble de los números con los que inició la contienda según la mayoría de las encuestadoras, se debe en primer lugar a la eficiente estrategia publicitaria que caracteriza al partido naranja y, en segundo lugar, a la habilidad discursiva que ha mostrado para conectar con el sector más visible de los votantes: personas jóvenes, de clase media y muy activas en redes sociales. Desempeño que ha sido una sorpresa para la mayoría de los analistas.
Hablando claramente de la despenalización de la marihuana y del aborto, de las infancias migrantes y tomando una postura contundente en contra de las acciones genocidas de Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, Álvarez Máynez ha sabido capitalizar sus recursos limitados de manera efectiva para competir por el segundo lugar en la elección. Esto no es poca cosa, considerando que tal posición arrastraría el voto en beneficio de los candidatos y candidatas a legisladores por MC, convirtiéndolos en un bloque más poderoso al momento de negociar las reformas legales a las que aspira la 4T.
Desafortunadamente para Álvarez Máynez, aun cuando ha demostrado ser un candidato infinitamente más competitivo que Gálvez, esto no se trata de un cuerpo a cuerpo entre candidatos, en el cual vencería con notable facilidad a la abanderada de “la vieja política”, como suele llamarla. Aquí entran en juego los bloques político-económicos (extranjeros también) que respaldan a las y el candidato. Lo difícil para Álvarez Máynez es que enfrenta obstáculos muy complicados de superar: el corporativismo del PRI, que todavía hoy controla sectores importantes, como lo demostraron la tarde de ayer en el Zócalo de la CDMX, y el poder económico del PAN, que ha contado durante toda su historia con un importante flujo de dinero extranjero para financiar su operación. Estas fuerzas tradicionales, sumadas a la experiencia para la operación política y el mapachismo de profunda penetración en las regiones más apartadas del país, con lo que no cuenta MC, aún tienen un impacto sobre el aparato electoral e influyen fuertemente en las decisiones de las y los votantes.
Xóchitl Gálvez: Representante del Descredito y la Corrupción.
A “la candidata del PRIAN”, como es ampliamente conocida la foxista Xóchitl Gálvez, la enorme cobertura y respaldo mediático le han resultado contraproducentes. El evidente descuido de su personalidad, su discurso nervioso, inseguro, desinformado, impertinente y hasta ofensivo en muchos casos, la falta de profundidad por claro desconocimiento de los temas sociales y económicos y su incapacidad para presentar propuestas coherentes la exhiben como una figura inadecuada para liderar el país. La narrativa de su incompetencia se ha visto reforzada por sus propios errores y la creciente percepción de que su candidatura no representa genuinamente los intereses populares, sino más bien los de una élite desconectada de la realidad cotidiana de los mexicanos, liderada por los personajes más desacreditados en el escenario político, como el empresario Claudio X. González o el expresidente Vicente Fox, quien ha sido el más importante emblema en la anticampaña que, en gran medida, también ha desfondado a Gálvez con su muy reconocida frase: “a trabajar, cabrones, como dice Xóchitl”.
La ilegitimidad de Gálvez como candidata del pueblo se sustenta en su historial y las alianzas públicas que sostiene y ha sostenido por décadas a lo largo de toda su carrera política. Alianzas que claramente favorecen a sectores privilegiados y corporativos. Además, los escándalos por la forma de conducirse de sus familiares más cercanos, siendo el más preocupante que su hermana ha sido enjuiciada y encontrada culpable por privación ilegal de la libertad, asociación delictuosa y posesión de armas para uso exclusivo del Ejército, a quien solo falta dictarle sentencia. Estos hechos no pasan desapercibidos para un electorado cada vez más crítico y consciente de las verdaderas intenciones detrás de las campañas políticas.
Claudia Sheinbaum: La Puntera
Claudia Sheinbaum Pardo, candidata de Morena y favorita indiscutible por un muy cómodo margen según prácticamente todas las casas encuestadoras, heredera del legado del presidente Andrés Manuel López Obrador, el mandatario más popular en la historia de México, ha mostrado de manera muy consistente solidez de carácter, competitividad, identificación con los más amplios sectores populares, capacidad de negociación con los grupos empresariales, temple y fuerza en el discurso, y una serie de habilidades blandas y técnicas que la colocan como la opción más adecuada para liderar el rumbo de la nación, dando continuidad al proyecto de nación implementado por AMLO y llamado por él mismo la Cuarta Transformación de México. La relación de Sheinbaum con AMLO no solo le proporciona una plataforma sólida, sino también una legitimidad que sus rivales no pueden igualar.
Además de la herencia formativa, que no es poca cosa, Sheinbaum trae consigo su propio bagaje cultural y profesional y una trayectoria política que le otorgan la experiencia necesaria y la posicionan como la candidata mejor preparada y más competente. Su enfoque en continuar las políticas de la Cuarta Transformación, centradas en combatir la corrupción y reducir la desigualdad a través de una amplia visión humanista, con perspectiva de género y de clase, se alinea con las demandas de una mayoría que busca dar continuidad al rumbo y desarrollo real, democrático, equitativo y sostenible del país.
El panorama electoral actual no es, desde ninguna perspectiva seria, una competencia entre personalidades, sino un reflejo de las tensiones estructurales entre grupos de poder que definen la política mexicana. Mientras Álvarez Máynez y su grupo luchan por el posicionamiento de un segundo lugar que les permita mayor relevancia en las decisiones durante los próximos años, con un potencial muy acotado por las viejas estructuras del PRI y el poder financiero del PAN, Xóchitl Gálvez se desmorona, junto a las siglas que representa, en cada aparición pública y nuevo escándalo mediático que casi a diario se nos presenta. Es tal la podredumbre detrás de la candidatura de Gálvez que vemos aparecer y olvidarse en pocos días, casos que, por su impacto durarían meses en el imaginario colectivo de no aparecer el siguiente y el siguiente y el siguiente. En contraste, Sheinbaum representa una continuidad del proyecto transformador de AMLO, con todos los bonos electorales y la legitimidad que esto conlleva.
El fenómeno Gálvez que expone de manera muy clara las representaciones ilegitimas e incompetentes sumisas ante las presiones del corporativismo y los intereses económicos externos que han caracterizado a la derecha latinoamericana, no es ningún tema sin importancia. Subraya la necesidad de una profunda reforma al sistema político electoral mexicano en busca de representaciones auténticas y efectivas. La elección de este año no solo decidirá quién ocupará la presidencia, sino también el futuro de varios de los sistemas estructurales que nos definen como mexicanos: el Sistema de Justicia y el Sistema Político Electoral, por mencionar algunos.
Si no sucede nada extraordinario… muy extraordinario, en los próximos pocos días que faltan para el 2 de junio, día de la elección, la Dra. Claudia Sheinbaum será no solo la primera presidenta de México sino, muy probablemente se convierta también en la primera mujer en liderar la región latinoamericana en un momento crucial donde se reacomodan los bloques globales de poder político y económico. AMLO habría entonces realizado una siembra que los mexicanos podríamos estar cultivando bajo el liderazgo de una notable mujer.
Katya Galán