La capacidad de ilusionarnos es mucho más que un simple deseo o una fugaz esperanza; es un potente motor psicológico que impulsa tanto nuestra salud mental como nuestro bienestar general. Cuando nos permitimos ilusionarnos, ocurre una transformación significativa en nuestro interior que impacta directamente en cómo percibimos y enfrentamos la vida.
Un cambio de perspectiva interior
Ilusionarse puede compararse a cambiar de pista en un carril de múltiples direcciones. Dejamos atrás los pensamientos rumiantes, esos bucles interminables de preocupaciones y pesimismo, para abrir paso a un escenario nuevo y esperanzador. Esta transición mental no solo alivia nuestra carga emocional, sino que también nos permite imaginar posibilidades que antes parecían inalcanzables.
Beneficios de ilusionarse
Cambio de actitud: Nuestra actitud experimenta una notable mejora. Nos volvemos más abiertos, optimistas y proactivos.
Aumento de energía: La ilusión nos infunde energía, motivación y fuerza para enfrentar los desafíos y trabajar hacia nuestros objetivos.
Relativización de problemas: Las dificultades y contratiempos se ven desde una perspectiva menos dramática y más manejable.
La juventud y la ilusión
Cuando somos jóvenes, ilusionarnos parece parte natural de nuestra existencia. Todo está por hacer y cada nuevo proyecto trae consigo una oleada de entusiasmo y anticipación. Desde terminar la carrera hasta vivir experiencias como el Erasmus, cada paso es una oportunidad para soñar y construir.
El desafío de mantener la ilusión en la madurez
Conforme avanzamos en edad, mantener esa capacidad de ilusión puede parecer más difícil. Pareciera que "ya todo está hecho" y nuestra mente comienza a envejecer, tornándose gruñona, negativa, previsible y aburrida. Sin embargo, es precisamente en esta etapa donde ilusionarse cobra aún mayor importancia.
La vitalidad de las ilusiones
Las personas que conservan un espíritu dinámico, risueño y soñador, independientemente de su edad, comparten un elemento común: siguen ilusionándose. Tienen proyectos, sueños y esperanzas que los mantienen vivos y en constante renovación.
Conclusión
Ilusionarnos no solo es esencial para mantener nuestra mente joven y ágil, sino que también es crucial para nuestra salud emocional y calidad de vida. Los sueños y proyectos no solo son patrimonio de la juventud; son la esencia que puede sostenernos durante toda la vida, brindándonos propósito y alegría. Por lo tanto, independientemente de la etapa de la vida en la que nos encontremos, nunca debemos dejar de soñar y de ilusionarnos.
Con cariño Érika Rosas