El papa Francisco lideró la solemne ceremonia de la Vigilia de Pascua el sábado por la noche, entregando una homilía de 10 minutos y administrando el sacramento del bautismo a ocho personas. Esto ocurre un día después de su decisión de última hora de no participar en la procesión del Viernes Santo en el Coliseo debido a problemas de salud.
Francisco ingresó a la Basílica de San Pedro, que se encontraba en penumbra y silencio. Tomó asiento y comenzó su oración inicial. Con voz un tanto congestionada, bendijo un cirio pascual elaboradamente adornado, cuya llama encendió otros hasta que toda la basílica quedó iluminada.
Más de una hora después, Francisco pronunció una homilía de 10 minutos con fuerte voz, aclarándose la garganta ocasionalmente.
El oficio vespertino, uno de los momentos más solemnes e importantes del calendario litúrgico católico, conmemora la resurrección de Jesús. El Vaticano había dicho que Francisco no asistió a la procesión del Viernes Santo para asegurar su participación en el oficio del sábado por la noche, que dura dos horas, y en la misa del Domingo de Pascua.
Ha cancelado algunas audiencias y con frecuencia pide a un colaborador que lea algunos de sus discursos. Pero las alarmas sonaron cuando no pronunció la homilía del Domingo de Ramos y el viernes, cuando decidió a último momento permanecer en sus aposentos en lugar de presidir la procesión del Vía Crucis en el Coliseo que recrea la crucifixión.
El Vaticano dijo en un comunicado breve que se tomó la decisión para "proteger su salud".
La decisión pareció haber rendido frutos el sábado en la noche, cuando Francisco pudo recitar las oraciones de la prolongada vigilia e impartió el sacramento del bautismo a ocho adultos. El bautismo es una característica tradicional de la Vigilia de Pascua del Vaticano.
En su homilía, Francisco se refirió a la piedra que, según los fieles, fue retirada de la tumba de Jesús después de su muerte. Francisco instó a los católicos a retirar la piedra de sus vidas que "ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras".
"Mirémoslo a Él y pidámosle que la potencia de su resurrección corra las rocas que oprimen nuestra alma", dijo.
La Semana Santa es difícil para un papa en cualquier circunstancia, dados los cuatros días de liturgias, ritos, ayuno y oración. Pero esto es especialmente cierto para Francisco, que canceló un viaje a Dubái el año pasado, pocos días antes de iniciarlo, por órdenes del médico debido a sus problemas respiratorios.
Además de dichos problemas, se le extirpó una parte del intestino grueso en 2021 y el año pasado fue hospitalizado dos veces, una de ellas para retirar tejido cicatricial de operaciones anteriores para tratar una diverticulitis. Desde hace casi dos años camina con bastón o anda en silla de ruedas debido a problemas en los ligamentos de las rodillas.
En sus memorias de reciente aparición "La vida: mi historia en la historia", Francisco dice que no padece problemas de salud que le obliguen a renunciar y que aún tiene "muchos proyectos por realizar".
Con información de Informador.mx