En este 25 de marzo, día naranja, una fecha destinada a reflexionar sobre la erradicación de la violencia contra las mujeres, nos enfrentamos a una situación irónica que no solo cuestiona la integridad de Morena, sino también la posible reelección de un grupo de legisladoras y legisladores en el Congreso del Estado de Chihuahua.
Las diputadas y diputados locales de Morena se ven envueltos en un proceso por violar los derechos de otra mujer, que dicho sea de paso, es de su mismo partido, lo que pone de manifiesto la flagrante hipocresía que caracteriza sus acciones no solo en este tema tan sensible, sino en todos los demás que México hoy padece.
Este proceso surge a raíz de una serie de actos violentos perpetrados por integrantes de la bancada de Morena contra su propia compañera de partido, la Diputada Adriana Terrazas Porras. Desde el desprecio manifiesto al abandonarla durante sus tomas de protesta como presidenta, hasta presionarla para dejar su oficina; estas acciones constituyen una clara manifestación de violencia política de género que debe ser condenada por la autoridad competente y sobre todo, por la sociedad Chihuahuense.
Las consecuencias de esta violencia no se limitan al ámbito individual, sino que se extienden a toda la comunidad, creando un ambiente hostil que desalienta la participación de las mujeres en la política y perpetúa la desigualdad de género en los espacios públicos.
Los insultos y vejaciones públicas son solo la punta del iceberg de una cultura de violencia que parece permear en el seno de Morena. Estas conductas nos hacen cuestionar qué sucede tras bastidores, qué hacen, dicen o despliegan cuando nadie las o los observa.
Es especialmente preocupante que, hace algunos meses, durante la visita de la candidata presidencial de Morena al estado, ella misma tuviera que intervenir ante los insultos dirigidos por miembros de su propio lugar de trabajo hacia su compañera.
En el contexto de las elecciones más grandes de la historia, donde la violencia política está en aumento, resulta crucial reflexionar sobre la gravedad de estas acciones. Ahora que enfrentan la posibilidad de ser inhabilitados para buscar la reelección, parece que intentan contrarrestar sus actos con manifestaciones tendenciosas y falsas, siguiendo el mismo patrón de aquellos que perpetúan la violencia.
Los discursos vacíos y los posicionamientos falsos de Morena se ven opacados por sus acciones violentas, dejando claro que sus palabras no coinciden con sus acciones.
Ninguna persona debería aceptar sus falsas promesas. Durante la campaña del 2018, prometieron reducir los crímenes contra las mujeres, pero no solo no han cumplido esa promesa, sino que los asesinatos de mujeres han aumentado.
Es hora de desenmascarar la hipocresía y erradicar la violencia política de género no solo en las palabras o discursos en tik-tok, sino en la práctica. Morena, lejos de representar la igualdad y la justicia, se reduce a ser una vergüenza para Chihuahua y para todo México.
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Atentamente, Lic. Mario Sías Aguilera.