Tras el proceso inicial de conquista, el gobierno de la Nueva España instauró un marcado sistema de castas. Dicho aparato político reguló la interacción racial y la movilidad socioeconómica. En la parte superior del sistema de derechos, la comunidad europea se situó a sí misma; en la parte más baja fue colocada la migración africana traída como esclava al Nuevo Mundo.
La historia de la llegada de los esclavos con origen africano a México nace bajo tres premisas:
•La incapacidad legal para esclavizar a los indígenas.
•La tesis de “voluntad divina” que concluían en la superioridad racial.
•La idea de que los “negros” poseen mejores características físicas para los trabajos pesados.
El proceso de inserción de los africanos en México siempre tuvo una tendencia a la invisibilización. En el imaginario colectivo de México el negro ha sido pensado como una especie de antihéroe. Ejemplo de ello son dos figuras históricas que funcionan como arquetipos de la visión del negro en México.
El primero es el Estebanico, un esclavo de grandes proporciones físicas que viajó a lado de los conquistadores. El segundo es Francisco Eguía, colonizador que insertó el virus de la viruela en la población indígena. En ambos casos se exalta la visión del negro como un humano torpe, aliado inconsciente de la Conquista.
Pese al sistema de castas, el mestizaje cultural y biológico no logró ser detenido por los españoles. Sin embargo, el mestizaje de la población negra no solo disolvió sus características físicas, también desdibujó su identidad cultural.
A diferencia del indígena, el negro no logró reinterpretar su cultura en un molde occidental que le permitiera seguir conservándola. Por el contrario, los afromexicanos fueron diluidos en la identidad mestiza. Pese a ello, los afrodescendientes conservaron condiciones de opresión y aislamiento semejantes a la esclavitud.
Otra situación por la cual ha pasado el afromexicano es la tendencia a la extranjerización. Los afrodescendientes con rasgos físicos más notables suelen no ser reconocidos como mexicanos, lo cual ha limitado la formación de su identidad, para incluirse en las que poseen mayor aceptación.
Aunque la población negra fue minoría durante la Colonia, en ningún caso puede ser considerada irrelevante para la gesta de la población mexicana actual.
Los negros no mestizos estuvieron cerca de los españoles en número, mientras que la población afromestiza rápidamente superó a la población europea. Por ello, la influencia africana es considerada por muchos una tercera raíz cultural de México.
Lamentablemente, el reconocimiento de la población negra en México es tardío. La producción intelectual en la que se menciona la población afromexicana es escasa o no reconocida.
A lo anterior, podemos agregar que la reconstrucción de la identidad poscolonial tuvo como protagonistas los estudios indigenistas, para luego ceder el escaño a la construcción de una identidad nacional mexicana durante los siglos XIX y XX.
Según el INEGI, el 1.16% de la población nacional se identifica como afromexicana o afrodescendiente.
Gran parte de esta población reconoce actitudes discriminatorias en su contra, entre las que se cuenta la negación de su identidad. Los estados con mayor número de afromexicanos son Oaxaca, Veracruz y Guerrero, entidades que conservan vestigios de tradiciones africanas.
Y así es como los afromexicanos son una parte de población que fue ensombrecida por el mestizaje y el indigenismo.