Teresita, Sandra y Anilú, tres valientes madres dedicadas a la seguridad de los chihuahuenses, representan un ejemplo para muchos y orgullo para ellas mismas; tres historias de vida y dedicación que convergen en una sola y que coinciden en el gran esfuerzo y sacrificio que han realizado a lo largo de los años para poder formar parte de las filas de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Chihuahua.
Pese a las exigencias de su trabajo, al pertenecer a una de las corporaciones de Seguridad Pública más reconocidas a nivel nacional, las tres han sabido combinar su vida de madre con su vida laboral para no descuidar las obligaciones diarias que cada una implica.
Teresita Chávez Romero, de 56 años de edad, quien se desempeña como agente de detención en el área de Barandilla de la Comandancia Norte desde hace 12 años, tiene bien puesta la camiseta por su trabajo, pues su sonrisa y alegría lo demuestran.
Con 5 hijos baja su cuidado, Teresita inició su carrera policial en el área de cocina, preparando comida para los detenidos, pues en aquel entonces su perfil y preparación no cumplían las expectativas ni requerimientos que exigía la corporación, sin embargo no desistió y su persistencia y estudios posteriores le permitieron ingresar a la academia para Agentes de Detención, de la que satisfactoriamente se graduó con especialización en Derechos Humanos, manejo de detenidos, defensa personal y antimotines.
“Quiero ser psicóloga y creo que un día lo lograré. Mis experiencias como mamá y como agente de detención son muchas, cada una me ha dado satisfacciones y algunos sin sabores, pero he aprendido de todas ellas, es un reto despertar día a día y saber que estoy bien, que tengo salud, ya que salí hace algunos años de una etapa difícil al sufrir cáncer de tiroides, por lo que me decaí un poco, pero mis hijos y amigos, además de mis hermanos de uniforme, me ayudaron a seguir, y enfocarme en salir adelante, para tratar de superarlo. Ahora soy feliz, este mal se ha ido, al menos por ahora. Puedo decir con alegría gracias a Dios, quien nunca me ha dejado de su mano y me protege, porque creo mucho en un ser supremo que aún me quiere aquí en la tierra para disfrutar de mis hijos, de mi trabajo y ahora mis 4 nietos”, comentó Teresita.
Sandra Ivonne Gutiérrez Fuentes, bombero de academia con 9 años de experiencia, cuenta que, al igual que Teresita, empezó “picando piedra”, pues se desempeñaba como afanadora en una de las estaciones del Heroico Cuerpo de Bomberos, debido a que no cumplía con los requisitos para ingresar a la academia de Bomberos.
Pero esto no fue motivo para detenerla, con el apoyo de su esposo, quien también labora como apagafuegos, así como de sus hijos Manuel Antonio y Pablo Fernando, y de sus ahora compañeros de trabajo, Sandra se preparó hasta lograr su sueño: graduarse como uno más de ellos, como una mujer bombero, una madre que lucha todos los días para balancear ambos roles y dar su cuerpo y espíritu a la labor de la cual siente gran orgullo y satisfacción.
“Aunque me encuentre laborando, no dejo de ser madre, me doy tiempo para llamar a mis hijos, atenderlos y estar pendientes de sus tareas y obligaciones. Ellos están muy contentos, especialmente mi hija más pequeña, quien se siente fascinada por esta labor. A veces nos toca atender situaciones muy riesgosas y lamentables y uno como madre suele ser más sensible al presenciarlas, pero pesar de ello tenemos que seguir trabajando por los chihuahuenses”, destacó Sandra.
Anilú Murillo Cataño, a su corta edad de 32 años y ocho como policía municipal, refiere estar orgullosa de su placa y de lo que hace, convencida de que es su vocación.
“Mis vecinos me dan la bendición cuando salgo de casa, si no, me envían un mensaje de buenos deseos por whatsApp”.
Para Anilú, ser madre de dos hijos y el riesgo de salir de casa cada día para vigilar las calles de la ciudad en el recién creado Distrito Diana, es un enorme reto, sin embargo, ha valido la pena. El milagro de la maternidad es lo que más ha amado de su existencia y poder combinarlo con su labor, han hecho de ella una mujer plena, llena de felicidad.
Antes de ingresar como policía trabajaba de cajera en un centro comercial, pero no era suficiente, no se sentía llena, creía que debía hacer algo más por su comunidad, hasta que sus méritos y determinación la llevaron a portar el uniforme que hasta hoy lleva puesto de manera ejemplar.
“Ella puede con eso y más, es la frase que siempre me repetía mi padre, si volviera a nacer, sería policía nuevamente y no lo cambiaría por nada”, finalizo Anilú.