Los hijos son siempre una fuente inquebrantable de luz, manantial del que abreva la cantante y compositora Lila Downs (Tlaxiaco, 1968) para obsequiar al público este 24 de diciembre la canción Un canto de niños como símbolo de resistencia y esperanza en tiempos aciagos.
“Ha sido una sorpresa poder crear versos a partir de la experiencia de convivir estos meses de confinamiento con mis hijos, Benito y Vanessa. Sobre todo, la pequeña me ha hecho aprender de la vida, pues no ha sido fácil encontrarnos a sus tres años y meses. Cuando te topas con niños siendo adulto, vuelves a vivir con ellos tu infancia y ha sido un gran aprendizaje”, detalla Lila.
Agrega que en la pieza Un canto de niños –que a partir de este jueves está disponible de manera gratuita en todas las plataformas de música por streaming–, “trato de mirar también hacia las tradiciones que tenemos en las fiestas decembrinas, como encender una fogata o romper la piñata, lo que hacíamos en el barrio de San Nicolás, en Tlaxiaco, mi pueblo.
“En mi calle, los señores buscaban troncos bien grandes para encenderlos y que duraran toda la noche. Luego se servía el ponche, con aguardiente para los que quisieran, y los niños estábamos ahí pegados, echando cuetes y haciendo maldades”.
Un canto de niños inicia así: “En este año que nos sorprendió / muchos dolores la vida sufrió / hubo una niña que el destino escogió / es una estrella que Dios me mandó / el niño xilo que mucho rezó / porque la niña pequeña llegó. / A la fogata los niños se van / y en la piñata que van a pegar”.
Lila comenta que 2020 ha sido muy duro para el gremio musical; por eso “hemos pensado qué hacer, qué viene a futuro y la respuesta es que hay que apoyarnos de la manera en la que cada quien pueda, buscando la forma de que pronto haya trabajo.
“Ante el anuncio de la llegada de la vacuna estamos muy contentos, y tenemos que comenzar a planear qué sigue. Sobre todo hay que ser más conscientes de cómo afectamos a la Madre Tierra, tratar de dejar de ser consumistas.”
Respecto a las nuevas modalidades digitales de difusión de contenidos culturales, la compositora consideró que se dieron propuestas sorprendentes, “y vienen cosas muy buenas a partir de ello, como el nexo con comunidades. Si bien las cuestiones técnicas a veces son difíciles, la comunicación a distancia nos ha abierto a tener más contacto entre todos y eso, a futuro, lo veo positivo. No sólo ha sido impresionante el acceso a toda la música, sino también a nuevos públicos”.
Con 26 años de carrera artística, que inició como vocalista de un grupo local de percusiones llamado Los Cadetes de Yodoyuxi, la también actriz y productora reflexiona en que “esta pandemia ha hecho que me tenga que enfrentar con mi esencia. Me da un poco de melancolía porque todos nos hemos enfrentado a pérdidas, pero al mismo tiempo agradezco que la vida me dé otra oportunidad. Pienso en lo que he caminado, pero también en todo lo que me falta hacer, y esa idea me causa felicidad.
“Esa esencia mía viene de mi tierra, Oaxaca, y es algo sagrado. Lo aprendí de mi abuela, que fue campesina, cercana a los ciclos de la Madre Naturaleza; ella nos enseñó a tenerle respeto, humildad y mucha fe.
“Porque acercarnos a la naturaleza también es conocer lo profano, pues hay un aspecto cruel en ella, al mismo tiempo que la belleza de sus semillas, que producen frutos. La canción que hoy obsequio al mundo tiene un poco de todo esto.
“Cuando termine la pandemia no se trata sólo de volver a las actividades de antes, sino regresar siendo mejores en todos los aspectos, para que lo que nos ocurre sea una lección. Si no, ¿qué chiste tiene la vida?”, concluyó la cantante.
Con información de La Jornada