Nadie sabía quién era el famoso “Night Stalker” que por las noches invadía los dormitorios y atacaba a personas inocentes en el sur de California hasta que finalmente lo atraparon y su identidad fue revelada por las autoridades.
Como no seguía un patrón concreto, de acuerdo con los policías que llevaron el caso, fue muy difícil llegar hasta él: mataba a todos por igual, sin distinción de sexo, raza, edad o condición. Las armas utilizadas iban desde un bate de béisbol hasta un puñal, pasando por varios tipos de pistolas.
Al final de la exhaustiva investigación que encabezaron los detectives Gil Carrillo y Frank Salerno, nadie tenía dudas de que el responsable era Richard Ramírez, tal y como lo refleja la nueva mini serie de Netflix: “The Hunt for a Serial Killer”.
El documental, más que esbozar el clásico perfil de un asesino serial, muestra cómo fue la angustiante carrera contra reloj de los investigadores y el viacrucis que vivieron los familiares de las víctimas. Casi todos los afectados accedieron a ser entrevistados.
Sin embargo, aún sigue siendo un misterio el por qué Ramírez asesinó a tantas personas en tan poco tiempo y de un modo tan particularmente sádico y cruel.
Algunos criminólogos, que han sido citados en múltiples perfiles sobre la personalidad del asesino, han intentado justificar su comportamiento disfuncional atribuyéndolo al envenenamiento radioactivo de sus genes antes de nacer. Está documentado que sus padres fueron expuestos a la radiación atómica en Ciudad Juárez, donde ocurrió el famoso accidente conocido como el “Chernóbil Mexicano”, y que una vez trasladados a Texas, en los Estados Unidos, su madre trabajó mezclando productos químicos tóxicos.
Aparentemente, la mujer tuvo un colapso cuando llevaba cinco meses de embarazo de Richard, y los médicos le ordenaron reposo absoluto hasta que pasara el nacimiento de su hijo, en 1960.
Otros achacaron su comportamiento a un fuerte golpe en la cabeza que tuvo de niño al caer de un columpio, y que supuestamente le provocó ataques de epilepsia hasta la pubertad. Incluso hubo quién atribuyó su comportamiento a las grandes cantidades de marihuana que consumió en la pubertad.
Lo que es un hecho es que -como la mayoría de los asesinos en serie- desde la infancia fue un niño problemático. Lo expulsaron de la escuela en tercero de secundaria y se dedicó a llevar una vida ociosa; no hacía nada más que fumar cannabis y comer comidas envasadas de escaso valor nutritivo.
Su dieta era tan rica en azúcares que se le empezaron a pudrir los dientes, dejándole un aliento insoportable. Era fanático del conjunto de heavy metal australiano AC/DC, y el álbum Highway to Hell era el que más le gustaba de todos.
En 1978, cuando tenía 18 años, se mudó al sur de California desde El Paso, Texas, su ciudad natal. Ahí lo arrestaron por robar un auto y después se mudó a Pasadena en 1981 y a Los Ángeles en 1984.
El punto de inflexión en su vida parece haber sido la noche en la que su primo Mike mató a su esposa delante de él. Ex boina verde en Vietnam, Mike tuvo una fuerte influencia en Richard, quien quedó fascinado con las fotos que su primo le tomó a sus víctimas con una polaroid durante la guerra.
Cuando Richard tenía 13 años se pasaban todo el día juntos sin hacer nada; y en esas estaban un día cuando la esposa de Mike empezó a reprocharle su forma de vida y le exigió que buscara trabajo. Para callarla, Mike sacó un revólver y le disparó en la cara. Todo lo vio Richard Ramírez con sus propios ojos.
Su carrera homicida comenzó en junio de 1984 y duró hasta agosto de 1985. Las autoridades lo vincularon con 14 homicidios.
Su primera víctima conocida fue una vecina de Glassel Park, de 69 años, llamada Jennie Vincow. El 28 de junio dejó abierta una ventana de su casa porque esa tarde había sido muy calurosa. Sus familiares la encontraron en una posición extraña fuera de la cama. Había sido apuñalada y le habían cercenado la garganta hasta casi separar la cabeza del cuerpo. Ramírez tuvo tiempo de ponerse cómodo en la casa y revisarla a fondo. Se llevó todo lo que encontró que tenía valor. La autopsia reveló también signos de abuso sexual.
Casi un año después, en marzo de 1985, volvió atacar. Mató Dayle Okazaki y agredió a su roomie María Hernández, que sobrevivió. Esa misma noche asesinó a Tsai-Lian Yu. Tres días después asesinó a una niña de ocho años en Eagle Rock, California, y el 27 de marzo volvió a matar. Estos crímenes consecutivos provocaron un frenesí mediático y la prensa le puso su famoso apodo: “The Nightstalker” (El acosador nocturno).
En uno de sus asesinatos, el 29 de mayo, Ramírez mató a Malvia Keller, de 83 años, y a su hermana inválida, Blanche Wolfe, de 80, fueron encontradas en su casa en Monrovia. Una estrella invertida de cinco puntas había sido dibujada en la pared del dormitorio con lápiz labial. Richard intentó violar a Malvia, la más anciana. Los médicos lograron revivir a su hermana, pero ella murió a causa de las heridas.
Siguió aterrorizando al condado de Los Ángeles con más asesinatos y violaciones, hasta que una de las mujeres que habían sobrevivido a sus ataques lo reconoció en una calle de Boyle Heights, al mismo tiempo que su rostro aparecía en las portadas de todos los periódicos. Un grupo de personas lo persiguió y se salvó de ser linchado por una patrulla de policía. Fue arrestado inmediatamente y llevado a juicio.
Finalmente lo acusaron de catorce homicidios, cinco intentos de asesinato, nueve violaciones (tres a menores), dos secuestros (solía secuestrar niños para abandonarlos a cientos de kilómetros de sus casas solo por el placer de hacerlos sufrir), cuatro actos de sodomía, dos felaciones forzadas, cinco robos y catorce allanamientos de morada.
Sin embargo, a pesar de estos datos, se estima que actuó en otras muchas ocasiones que no pudieron ser comprobadas. Él nunca colaboró con la policía aportando datos sobre sus crímenes.
El 4 de octubre de 1989 fue condenado a morir en la cámara de gas. El juez que confirmó la sentencia de muerte de Ramírez comentó que sus actos exhibían “crueldad, insensibilidad y brutalidad más allá de cualquier entendimiento humano”.
Al ser retirado de la sala efectuó las siguientes declaraciones:
“Yo no cero ni en la hipocresía ni en los dogmas morales de la llamada sociedad civilizada, Solo me basta con mirar dentro de esta habitación para conocerlos tal y como son: mentirosos, rencorosos, asesinos, cobardes paranoides, ladrones, y cada uno con su profesión legal. Son todos unos gusanos hipócritas, me enferman [...] Somos todos material descartable a causa de ustedes”.
En la cárcel se arregló los dientes y el 3 de octubre de 1996 se casó con Doreen Lioy, de 41 años, una editora independiente que trabaja por horas en revistas. Vivía en una casa flotante, tenía un título en Literatura Inglesa y poseía un coeficiente intelectual de 152. También decía que era virgen.
Ramírez murió por complicaciones de un linfoma el 7 de junio de 2013, a la edad de 53. Había estado recibiendo tratamiento en el Hospital General de Marin, en California. En ese momento, el asesino en serie también había estado sufriendo “abuso crónico de sustancias y una infección viral crónica de hepatitis C”.
Con información de Infobae